abril 26, 2006

Falta Algo

"Pero siempre falta algo" dijiste y esa frase caló en lo más profundo.

"Que con ella falta esto", "Que con la otra sobra aquello". Me agradan nuestras conversaciones, las siento sinceras y ya sabes que termino confesando lo que suelo guardar. Pero me gusta, aún cuando prefiero pensar que en el instante olvidas todos mis desvaríos. Sí, ya dejaste claro que no es así.

Te escuchaba, qué diferente somos…o quizás no tanto y por eso me agradas. Me reconocía en tantas frases, te seguía con atención, a veces te comprendí, a veces discrepé con tus visiones.

Otra conversación…una más de esas que parecen sinceras y que me agradan tener contigo…"Pero siempre
falta algo" dijiste y en ese momento vi el reflejo de mis palabras ¿Cuántas veces no pensé lo mismo? ¿Cuántas conversaciones no tuve ya igual? "Para", interrumpí "Soy una chica sensible y esto ya está demasiado profundo para mí" acoté con ese gesto coqueto que se me sale a veces cuando busco disfrazar una repentina turbación. Y es que en medio de tanto torbellino de temores, dudas y emociones que me ha invadido este último tiempo, esa frase caló profundo, como un eco de mis entrañas que gritaban lo que mi razón intentaba olvidar. "Siempre falta algo" me repetí en silencio y en un segundo los recuerdos vinieron sin que los llamase. "Siempre falta…" Y sentí el vacío y el cansancio. Raro, esta vez no sentí el dolor. ¿Conmoción? Quizás….Quizás fue sólo una turbación…una turbación que me recordó el momento en que estaba, el momento en que vivía, lo que me trajo hasta acá y aquello por lo que he decido seguir marchando.

¿En el futuro? Mi plenitud…mis desapegos para recibir lo que viene. Mis desapegos para dar cada centímetro de mí.

Me acabo de dar cuenta que nunca he escrito de ti y después de todo, ya ves, en el fondo en esta ocasión tampoco lo hice. Creo que últimamente sólo me enfoco en mí y en lo que resulte después esta rara travesía…


abril 24, 2006

Ay, La Luna

¡Ay de esa luna!...¿No la ven?? Mengua otra vez...y me mira...y me observa...y se ríe...de mí.

¡Ay de esta Luna! "No lo lograrás" me dice, “Te conozco, me conoces ¿Cuántas noches no he sido yo tu fiel compañía, tú fiel confesora? Sabes que no lo lograrás...no eres así. Por tus venas corre la sangre de la pasión, de la simpleza, de los sueños, de las utopías. No lo lograrás. ¿Desapegos se te ocurre ahora? ¿¿Cordura?? ¿Acaso sabes tú lo que es eso? Eres un alma libre, impulsiva, simple y por lo mismo, errante, equivocada muchas veces. No, no lo lograrás. Cuando yo menguo, tú también lo haces; cuando crezco, las alegrías están a tu disposición; cuando me completo, puedes sentir la dicha absoluta...dependes de mí, no lo lograrás".

"Te equivocas" le respondo yo, "Soy dueña de mis actos, de mis pensamientos, de mis sentimientos, si tu menguas buscaré consuelo, refugio y la dicha vendrá porque quiero que venga, porque me pertenece. Te miro y tu luz me contagia, a veces me absorbe, otras me ayuda a pensar, a recordar, pero no eres mi dueña. Yo soy lo que quiero ser y yo seré lo busque de mí".

La luna mengua...¿¿No la ven?? y se ríe...de mí...pero me observa...me comprende...me sonríe y me da las buenas noches.

abril 18, 2006

IV. Cucao - Chacao

Viene de: Castro- Cucao.

"Oye Ale, baja de ahí, te vas a caer". La subida al mirador era espléndida pero sólo logré subir el primer tramo, ya eran las 7 de la mañana y sabía que el equilibrio no era mi fuerte para llegar al final. "¡Guau! Tengo que volver mañana. ¿Has visto esta subida? ¡Hay que escalarla!". "No loca, yo bajé una vez por ahí y ni te cuento cómo llegué, es muy pelúo". Así terminó mi última noche en Cucao, sin poder realizar la escalada al mirador que se encontraba sobre el camping.

Obviamente después de nuestra larga y agitada noche, no partimos temprano. Eran más de las cinco de la tarde cuando llamamos a la lancha para que nos pasara a buscar, el día estaba feísimo y ya comenzaba a llover. Nos pusimos nuestras capas de agua y el último dinero que nos quedaba, sólo para pagar la micro de regreso a Castro donde el salvador Cajero Automático auspiciaría el resto del viaje.

"¿Qué? ¿¿Cómo que no hay micros a Castro??" Ahí estábamos, tirados, sin dinero para poder pagar una noche más de camping y con una lluvia que no permitiría que nos quedásemos en cualquier lugar. Compramos un par de empanadas e intentamos decidir qué hacer. No sé cuánto tiempo estuvimos ahí hasta que divisamos la primera micro "¡Ahí viene!" pero ni siquiera intentó detenerse, venía repleta y ya varios mochileros se habían reunido cerca a nosotros, sólo alcanzamos a oír "Viene una más". "Ok, caminemos...si nos quedamos acá jamás nos va a parar, tendremos que caminar para pasar a toda la gente". Nos pusimos en marcha de inmediato. Creo que caminamos cerca de dos horas bajo la lluvia. Con la partida de Alexis tuvimos que repartir el peso de la carpa y a mí me tocó llevar las varillas. Mi carpa es bastante grande y ¡Cresta! esas varillas sí que pesaban al caminar, además, la lluvia que caía sobre nuestros rostros no facilitaba nuestra marcha. Tras un largo trecho encontramos un grupo de mochileros que claramente esperaban la micro. "Hola, ¿Han visto pasar la micro?" (La cosa es que la micro pasa hasta el final y luego se devuleve a recoger a la gente que va a Castro) "Sí, pasó por acá pero tiene que volver, mejor esperenla aquí o se devuelven medio kilómetro y se toman un café mientras llega", "¿Qué hacemos?" pregunta la Flaca. Obviamente la cordialidad de nuestros colegas de mochila era una estrategia para hacernos volver y tomar ellos la micro antes que nosotros, a esas alturas todo vale. "Mmm...no sé...a mí me dió mucho frío quedarme parada, estoy toda mojada, creo que prefiero caminar" respondo tratando de no parecer desesperada por avanzar más que ellos. "Ok, entonces caminemos un poquito más". Y empieza la carrera, apenas habíamos avanzado poco más de 10 metros cuando la Flaca voltea "¡Vienen atrás! ¡Apúrense que son muchos y se pusieron a caminar!" Ahora al peso y a la lluvia se le agregaba, más encima, la carrera por llegar primero. Caminamos, caminamos y por fin, apareció...era la micro.

Cuando subimos no había más de ocho personas pero diez minutos después, la micro ya se había llenado. Al pasar por el punto inicial de nuestra marcha el chofer ni siquiera hizo el ademán de detenerse, había demasiados mochileros y ya no quedaba espacio. ¡Uf! por lo menos la caminata tuvo su recompensa.

Llegamos a Castro cerca de las 21.00 hrs y aún debíamos llegar a Dalcahue para pasar la noche. La última micro salía a las 21.15 así que Fran y la Flaca tuvieron que correr para alcanzar a encontrar un Cajero. Por suerte volvieron justo en el momento en que la micro salía del terminal.

¡Por fin en Dalchaue! Ahora había que encontrar alojamiento, hicimos un par de consultas y conseguimos un dato a poco más de una cuadra de donde nos encontrábamos. En eso comienza a llover nuevamente. Con gran apuro y por $1000 la noche armamos nuestra carpa en tiempo record, cambio de ropa, una sopita caliente y por fin pudimos descansar.

Al día siguiente recorrimos Dalcahue y cruzamos a la Isla Quinchao para por fin, poder conocer el pueblo de Achao donde se encuentra la Iglesía más antigua de Chiloé.

Ya llevábamos casi 2 semanas de viaje y la Chikis, que inicialmente iba por máximo 7 días aún seguía con nosotros. "Mmm.. a ver, si llegamos hoy a Chacao y mañana a Puerto Montt, ahí puedo tomar un bus hasta Cauquenes y después a Curanipe...pero eso es mañana ¿Para qué estresarme ahora? Mejor me estreso mañana. Eso es algo que aprendí en este viaje, contigo". ¿Quéeee? ¡He creado un monstruo! fue lo primero que pensé, ¿Dónde quedó mi amiga temerosa?.

Partímos rumbo a Chacao. Una vez en la carretera empezó el show de hacer dedo otra vez. No habían pasado diez minutos cuando aparecen 3 mochileros, 2 mujeres y un hombre; ya era tarde y hacía bastante frío, saludamos y la Flaca los mira con su cara de ogro recordándoles que deben respetar los códigos de mochileros y situarse varios metros después que nosotros por llegar después. Ellos comprenden inmeditamente el mensaje y comienzan a caminar, a lo lejos vemos que se detienen y una de las niñas se saca la chaqueta. "¡Mírenla, quedó en puro peto y salta como mono a los camiones para que los lleven!" y nosotras ahí, abrigadas hasta los dientes. Obviamente la estrategia les resultó y se fueron antes. "Ya Ale, sácate la chaqueta y muestra la mercancía", "¿Quéee? ¿Por qué yo? Ustedes son más delgaditas, tiran más pinta", "Por lo mismo, a los camioneros les interesa la carne y tú eres la que tiene dos mejores razones para que nos paren", "Nooo, yo no quiero, hace mucho frío ¿Y si después quieren cobrar la oferta?..Ya, pero la pura chaqueta, ni ca´me saco el chaleco, me congelo, además es harto escotado así que igual sirve".


Ahí estuvimos parados un rato más hasta que por fin se detuvo una camioneta que nos dejo tirados otra vez en Palomar.

Ya comenzaba a oscurecer así que tuvimos que tomar bus no más, llegamos a Chacao de noche y acampamos exactamente en el mismo lugar que la vez anterior.

Continúa...

Temiendo Sentir

Definitivamente nunca se sabe cuál es la manera correcta de proceder; en mi caso ni siquiera sé cuál sería la forma correcta de pensar o sentir.

Ya no quiero equivocarme más, sé que es inevitable pero supongo que vale la pena intentarlo. Tantos errores, tantos fracasos. No seré mal agradecida y reconozco que cada una de mis derrotas deja en algún lugar, en más de algún recuerdo, un dulce sabor de los tiempos que pasaron, volvería a repetir cada uno de ellos aún sabiendo que me dejarán en este mismo lugar, quizás por lo mismo, supongo que hacen lo que soy; sin embargo, todos han acabado, todos han tenido su fin, todos son parte del recuerdo. No, ya no quiero equivocarme más, he tenido suficiente tiempo para eso, he dedicado suficiente energía, lágrimas y rabietas descontroladas. Se acabó.


Y aquí estoy parada otra vez, sin saber si sentir… o no, sin saber si ilusionarme… o no, sin saber si avanzar... o esperar… o marchar… o volver… o simplemente apartar la vista. Aquí estoy temiendo sentir, no con miedo, sí con temor ¿Hay diferencia? No lo sé pero hoy me parece apreciarla. Aquí estoy, limitando mis emociones, intentando utilizar la razón antes que el ímpetu, intentando enfriar estas sensaciones; la ansiedad siempre me ha jugado en contra y esta vez intento dominarla y no volver a caer yo bajo su yugo.

Aquí estoy intentando canalizar mis energías, desviando el objetivo, ocupando mi mente en mil cosas, intentando terminar el día exhausta, evitando pensar, evitando… evitando tantas cosas.

En fin, ya veremos qué pasa. Supongo que el tiempo da lecciones y esta será una más. De momento me encuentro aquí, temiendo sentir, aunque sé que no por eso dejaré de hacerlo, esta vez intentaré aplicar una pequeña cuota de cordura y ya vendrán tiempos de evaluación.

Ya veremos que resulta…

abril 17, 2006

Casa nueva, vida nueva

Cómo sé que el amigo Chalo suele pasar por aquí, aunque nunca pase a saludar, decidí dedicarle unas pequeñas líneas por su reciente logro.

Sábado 15 de abril y la comunidad Curanipeña residente en Santiago, nuevamente nos reuníamos para acompañar a un amigo: Gonzalo inauguraba su departamento. Después de 4 años de casado, él, la Yerka y el pequeño Benja por fin han cumplido el sueño de la casa propia. ¡Muy bien por tí Chalito!

Si bien la cita era a las 7 de la tarde, la mayoría llegó alrededor de las 21.00, es que eso de empezar temprano como que es un poco difícil.

Llegó el disco e inmediatamente la carne fue a dar en él. La ansiosa espera se hizo agradable con un par de vasos de vino y una grata conversación.

Obviamente no se puede dejar de felicitar a los cocineros, Coke y Chalo.

Muy buena mano chicos....¡Para la cocina! No piensen mal el par de cochinotes, miren que ya sé los comentarios que se les salen ante estas afirmaciones.

Bueno, no queda más que agradecer la invitación y desearle todo el éxito en su nuevo hogar, muy lindo su depto.

Como siempre, es un gusto volver a verlos y será hasta la próxima.

¡Ah! Chalo, un 7 las cortinas, ahí hay talento. "Simplemente Gonzalo".

abril 07, 2006

III. Castro - Cucao

Viene de: Puerto Montt - Castro

El lugar se veía bastante decadente y las piezas se asentaban sobre una cantina que no quise ni siquiera asomarme a mirar. Personalmente estaba agotada, que rico dormir una noche en cama y no tener que armar la carpa. Al día siguiente lamenté ese entusiasmo, la carpita y mi saco son mil veces más cómodos que esa cama toda chueca sobre el piso desnivelado donde tuvimos que dormir todos apretujados.

Pasó la noche y rápidamente nos levantamos para llegar pronto a nuestro destino: Cucao. Mientras paseábamos por el segundo piso aparece ella "¿Y ustedes durmieron aquí?", "Sí" respondemos a coro. "Pobreciiitos...¿Y durmieron arriba? ¿En la pieza 10?". "Si". "Pobreciiiiitos". O sea...fue harto incómodo y por si acaso pusimos los aislantes sobre la cama y dormimos en nuestros saquitos pero de ahí a dar pena de esa manera...

Conversamos un rato con la señora, que por cierto, antes de medio día ya llevaba dos cañitas en sus manos, nos cuenta un poco de su vida y de sus hijos. "Y a mi me avergüenza tanto trabajar en esto, pero tengo que hacerlo". "No tiene que sentir vergüenza, el trabajo dignifica siempre" Se apresura a responder Alexis. Conversamos otro tanto mientras ella se empina una de las cañitas " ¿Y esa es basura? Nooo, déjenla ahí no más si la señora del aseo se encarga de eso". Llega la hora de partir, fue una buena conversación, salimos todos pensativos hasta que alguien rompe el hielo "¿Y entonces, en qué trabajaba la señora?". "No se pero no era quién hacía el aseo...y se avergonzaba de su trabajo". "¿Viste las cañitas?....mmmm". "Ay, sí, era...era una señora de esas....¡Estábamos en una casa de huifas! jajjaa"

Rápidamente partimos al terminal que quedaba a sólo un par de cuadras pero para nuestra mala suerte no había pasajes hasta dentro de más de dos horas, así que nos fuimos al supermercado y aprovechamos de comprar algunas cosas para almorzar. A esas alturas ya llevábamos dentro de nuestras provisiones 4 vinos de 2 litros, un fresco cooler y tres melones por si acaso.

Por fin llega el bus, que en realidad es una micro, y partimos a Cucao. El auxiliar acomoda una decena de mochilas en los últimos asientos y la micro se llena rápidamente. Casi dos horas de viaje y llegamos. Ninguno sabe muy bien qué hacer en este punto, la gente comienza a subirse a un par de lanchas y recordando las indicaciones de mi amiga Lily, decidimos hacer lo mismo.

Por $300 cada uno, el caballero nos lleva al otro lado del lago donde se encuentran dos campings. Obviamente nuestra temerosa Chikis se apresura a pedir su chaleco salvavidas "Mm? ¿Pero tan delgado? Esto no me va a salvar ¡Tengo miedoo!".
Después de una conversación con un caballero que iba sentado a mi lado decidimos bajar donde "Don Tenorio".

El sistema de bajada consistía en pisar un tambor acomodado sobre las piedras a orillas del lago. Es mi turno, piso el tambor e inmediatamente siento frágil el equilibrio y antes que Jessica, la niña que nos recibía pudiera ayudarme ¡Zas! se da vuelta el tambor y caigo de pie en el lago, pero el fondo es de piedras y con impulso y lo resbalosa que ellas están ¡Zas! que caigo otra vez y me voy encima del tambor, el cuál con el impacto vuelve a voltear y sí, ¡ZAS! otra vez y quedo tirada en el lago...¡Auch! fue realmente doloroso pero me logro percatar que la temperatura del agua es bastante agradable jajaja. "Bienvenida" me dice el caballero con quien venía conversando. Así fue mi llegada a Cucao, adolorida y pasada a lago.

Por $1000 diarios, nos instalamos, nos relajamos y por fin llego mi momento esperado, mi momento especial, el que ansiaba desde que programamos el viaje, mi momento de libertad, tirada sobre el suelo, mirando el lago, admirando una, un tanto lejana, puesta de sol."Flaca...por fin...estoy...re-la-ja-da"


Terminamos de armar la carpa y partimos a la cocina, lugar de reunión de todos los campista. Mmm, ese día había curanto y Alexis invitó la cena de la noche. El lugar es precioso y la gente muy cálida. Al camping de Tenorio se llega sólo por recomendación de alguién conocido lo cual asegura la seguridad de los visitantes. Al día siguiente conocimos por fin a la Tía Mirta y al mítico Don Tenorio, los dueños de camping.

Lamentablemente en este punto se disocia nuestra comunidad ya que el médico ha desahuciado a la abuelita de Alexis y él debe volver rápidamente a San Gregorio.

Pasaron los días y fue fabuloso, claro aquí tuvimos el único desacuerdo del viaje, la Chikis y yo queríamos quedarnos a la famosa Fiesta de la Luna , mientras que Fran y la Flaca preferían seguir recorriendo, pero como todo se arregla conversando decidimos quedarnos hasta el evento y al día siguiente partir hacia Achao. En los días que estuvimos en Cucao llego el relajo, almuerzos tipo picnic a orillas del lago y por qué no, también el postre de melones con vino y un delicioso navegado con la canela que nos facilitó la Tía Mirta, claro porque menos mal que no le hice caso a Tenorio cuando me dijo que le echara papitas crudas...que manera de reirse de mi ese caballero :S.

En las noches disfrutamos de las fogatas del camping que contaba no sólo con guitarristas y sino que también violinistas. En ellas conocimos más a la gente que durante el día encontrábamos en la cocina para realizar los trueques de comida "Nosotros tenemos puré, te cambiamos puré por 2 tarros de atún".

El cocinar fue otra aventura, por ejemplo para Fran que aprendió a hacer unas deliciosas lentejas que la Chikis dio el bajo incluso en medio de la noche.

Entre los días que estuvimos allá viajamos por el día a Llaullao, entre Castro y Dalcahue donde se realizaba una Maja en la que enseñaban cómo antiguamente se hacía la Chicha de Manzana, fue una buena tarde con Asado de Cordero, Chancho ahumado y la exquisita Chochoca. Fran fue nuestro representante santiaguino en la molienda manzanas.



Durante nuestra estadía también visitamos el Parque Nacional Chiloé y su Sendero del Tepual, simplemente hermoso; un mágico bosque que mostraba tener más vida de la que nosotros podíamos visualizar. Cuevas y madrigueras parecían ser el hogar de duendes y animales y a ratos el sendero se elevaba cerca de las copas del Tepual; sin embargo, la colonización de microorganismos no permitían saber exactamente a qué distancia nos encontrábamos del suelo.

Hasta que por fin llego el día 14 de febrero. En el camping se preparó el Curanto del Amor, Tía Mirta y don Tenorio celebraban aniversario y fue una fiesta durante toda la tarde, con cuecas guitarreadas por la propia Tía Mirta. A esas alturas mi amiga Lily ya había llegado a Cucao.

Llegó la noche y partimos a la famosa Fiesta de la Luna. La niebla se depositaba sobre el lago y a lo lejos las linternas sobre la lancha recordaba al mítico Caleuche. Cruzamos el lago, ahora ya con una aventurera Chikis que no le temía a la lancha ni siquiera con la niebla y la llovizna de la noche, esta vez no exigió su infaltable chaleco salvavidas. Cuando llegamos al lugar del encuentro, la luz se había cortado, todo estaba oscuro y lleno de mochileros de todas partes. Esperamos un momento mientras nos tomábamos lo que nos quedaba de nuestra reserva etílica y la luz por fin se decidió a volver.

Entramos y nos reunimos con la Lily y el resto de la gente del camping, unos cuantos cantautores de la zona y empieza el bailable. Fue una noche excelente y a ratos la luna se dejaba ver para recordarnos que era la protagonista de la noche "Flaca...por fin...estamos bailando vals chilote en Chiloé".

Al volver al camping la lancha se llenaba rápidamente una y otra vez así que después de una apuesta, con Lily decidimos volver caminando a través del Parque Chiloé, demoramos poco más de veinte minutos contra la hora que se nos había pronosticado. Caminar orillando el lago a esas alturas de la noche es fascinante.

Una vez en el camping, la gente se había reunido nuevamente alrededor de la fogata así que nos quedamos compartiendo nuestra última noche.Terminamos la reserva de vino y aparece la famosa mujer del mar (el que sabe, sabe), aunque en este caso vendría siendo la Mujer del Lago. No tengo idea cuanto tiempo estuve sentada a orillas de este mágico lago, con las manos apoyadas en las piedras cubiertas por el agua, pero fue un momento fascinantemente extraño, completamente ida, absorta, maravilloso. Lo recuerdo como un momento de total enajención, como hechizada por el lugar. En ese momento podría haber aparecido el mismísimo Millalobo o las ánimas de Cucao y creo que no me hubiese movido de ahí. Fue fabuloso.

Cuando volví aún quedaba gente en la fogata. Nos quedamos un momento y comenzó a amanecer.

Continúa...