marzo 08, 2006

Viaje al Sur. Pto Montt - Castro

Viene de Santiago. Puerto Montt

Después del delicioso mariscal decidimos cruzar a Chiloé y llegar a Cucao lo antes posible, sabíamos que allá lo poco y nada de mercadería que encontráramos sería de elevado valor monetario por lo que nos dispusimos a hacer las compras de inmediato. “Entonces quedamos en que cada uno carga 2 Lt. de vino”.
Una vez hecha las compras nos dirigimos al Terminal: Pargua: $1200 – Chacao: $1800. “Entonces hasta Pargua”. “¿Y después cómo vamos a cruzar?”. “No sé, ahí veremos, le pedimos a alguien que nos cruce”. Unos minutos durmiendo en el bus y aparece el auxiliar, inmediatamente recuerdo las palabras de la Flaca “Ale, eres coqueta pero tienes que aprender a sacar provecho de eso, saber cuándo serlo y con quién. Tú tienes que dominarlo que no se te arranque” Así que decido que es el momento de poner en práctica sus consejos “¿Dónde bajan?” pregunta él. “En Pargua”. “¿En qué parte?”. “No sé, no conozco Pargua. La verdad queremos cruzar a Chacao ¿Cuánto más sale eso?...Mmmm...¿Y tú nos podrías bajar arriba del transfer... por las gracias? (Uso de mirada coqueta) Por favor (mirada coqueta 2 + uso de pestañas). Así salimos caminando ¿Ya? (Mirada coqueta 3 + Sonrisa)”. “Mmm...No sé...vamos a ver”, él también sonríe y luego se va. Llegamos a Pargua y aparece la Flaca preguntando. “¿Nos tenemos que bajar?”. “No sé, hazte la dormida hasta que nos echen” Y en ese mismo instante comprobamos con satisfacción que el bus se está embarcando.


Una vez abordo bajamos para sacar las fotos de rigor y asomarnos a ver si divisamos alguna tonina (He cruzado por lo menos 5 veces a la Isla y jamás he logrado ver más que lobos marinos). Ahí está el auxiliar “Gracias (mirada coqueta 4 + sonrisa2)”.

Cerca de 20 minutos y ¡Otra vez no vi toninas! ¡¿Dónde se meten cuándo yo miro?!.


Llegamos a Chiloé y como acordamos bajamos caminando del Transfer...”¿Y ahora?”. “No sé, caminemos”. Recurrimos a la famosa Turistel y comprobamos que Castro está a más de 100 kilómetros y ya está pronto a oscurecer por lo que decidimos acampar en Chacao y continuar al día siguiente a primera hora. Caminamos otro tanto y preguntamos en un negocio del pueblo. “Buenas tardes, usted sabe si hay algún camping por aquí?”. “¿Camping? Nooo, no hay pero aquí se pueden quedar en playa... o en la multi cancha”. “¿En la playa? ¿Y no sube la marea? Mejor en la multi cancha ¿A quién se le pide permiso?”. La señora nos mira extrañada “¿Permiso? No sé al caballero encargado supongo, es aquí cerquita”. Partimos en busca de la famosa multicancha y nuevamente comienza el despliegue logístico: en la esquina está la escuela con un graaan terreno, la Flaca pregunta a un vecino “Sí, acampen ahí no más...¿Permiso?...No sée, a la Directora supongo, vive por esa calle al fondo”. Alexis y yo nos encaminamos al cuartel de bomberos, con eso de que él es Instructor de no sé que cosa de Bomberos de Chile... “No cualquier bombero” como nos aclara cada vez que sale el tema de la Compañía. “¿Sabes cuántos somos en el país?”...

Uno de los bomberos que vive frente al cuartel sale en nuestro auxilio “¿Qué necesitan?....Quieren acampar...mira a la vuelta, detrás de la Iglesia, hay unos juegos, ahí se quedan los mochileros”. “Ahhh ok, ¿Y hay que pedir permiso a alguien? Eso es público, a Carabineros quizás”. “¿Permiso? No si aquí nadie pide permiso, mientras no hagan escándalo, quédense ahí no más”.

Al final nos quedamos con la opción del Bombero pero nuestra cultura citadina cuadrada nos lleva directo a Carabineros para avisar de nuestra estadía, los cuales un poco sorprendidos y visiblemente satisfechos con nuestra iniciativa, agradecen el gesto.

Nuestra primera noche en Chiloé ameritaba una cena por lo que descorché la botella de Vino que mi tío me había obsequiado el día de mi cumpleaños y que según sus propias palabras “debía abrir en una ocasión especial”, claro que después de la botella de vino siguió otra de pisco y así se nos alargó la noche, otra vez.



A la mañana siguiente, tempranito partimos con Alexis al Cuartel de Bomberos, muy tempranito, quizás aún por efecto del vino ya la botella de pisco: una conversación matutina, baño y luego un pequeño paseo por la plaza, compras de artesanía, unas exquisitas empanadas de navajuela y a la carpa a dormir, el factor ´caña` se hacía presente. Al final nuevamente nuestros planes no resultan, son las 5 de la tarde y recién estamos guardando las cosas.


Tomamos nuestras mochilas y a la carretera. "Mmm...Haaambre ¿Comamos papas rellenas?". La propuesta es aceptada inmediátamente así que nos encaminamos tras las Deliciosas Papas Rellenas y las Empanadas de Mariscos. ¡Exquisitas!. Ahora sí estamos en condiciones de seguir nuestro camino. Dedo otra vez para dejar atrás este extraño pueblo donde la gente es amable y confiada, donde muchas veces, por simple olvido, las puertas no quedan cerradas en la noche y nada pasa, donde Bomberos deja la alarma en la calle para ser utilizada por cualquier vecino que necesite una emergencia, y no hay pitanzas, donde puedes caminar sólo en medio de la noche y estás completamente seguro por que este extraño pueblo parece ser de una dimensión paralela, demasiado bueno para ser verdad.
Pasa una camioneta y Alexis se va con la Chikis. Pasa una hora y la Flaca, Fran y yo aún seguimos en la carretera: otra vez los bailes, guerras de piedras, morisquetas con otros mochileros, etc. Hasta que los dueños del restaurant que esta al otro lado de la carretera nos llevan hasta Ancud. Otra vez tirados. El tiempo pasa y Alexis y la Chikis ya están pronto a llegar a Castro “Busquen donde acampar, nosotros llamamos cuando lleguemos”. Después de un largo rato y de tres series de sentadillas con las mochilas a cuestas, (es increíble lo que haces cuando tienes tiempo de sobra) llega el transporte y un camionero nos lleva hasta la mitad del camino.


Oh, oh ya es tarde, comienza a hacer frío y nosotros aún a 40 kilómetros de Castro. “Y sino vivac no más”. “¿Vivac? ¿Qué es eso?” pregunta Fran, “Sacamos el saco, nos abrigamos lo que más podamos y dormimos con las estrellas de techo” . “No, si vamos a llegar, yo sé que algo nos va a parar” sentencia la Flaca. Bailes en la carretera otra vez mientras repaso la ropa de abrigo: “Dos pares de calcetas, dos pantalones, chaleco, chaqueta de buzo, chaqueta de polar, el poncho, cuello, gorro...mmm, creo que con eso está bien” y en eso, cuando comenzaba a esfumarse la luz del día, una camioneta se detiene “Viste, les dije que nos iríamos”.
Llegamos a Castro alrededor de las 9 de la noche. La Chikis y Alexis ya habían hecho las negociaciones respectivas consiguiendo una pieza con dos camas por $5 000. El lugar, emplazado sobre una cantina de dudosa reputación dejaba harto que desear, al otro día comprendimos porqué.
Continúa...

1 La Conversación

Blogger Camilo dijo...

nice tu relato, soy de Castro y me entretuvo leer la visión que tiene un "mochilero" xD

saludos

12/05/2006 4:54 p.m.  

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