marzo 03, 2006

Viaje al Sur. Parte I: De Santiago a Puerto Montt

( Introducción )
Domingo 5.
Son las 6.15 hrs y ya estamos a punto de salir. Nos juntamos en mi casa, mi hermano estaba de cumpleaños así que mi única condición eran partir después del “Cumple-a-ños Fe-liz”. La Flaca, Alexis y Fran ya llevan como 2 horas durmiendo, yo he armado y desarmado mi mochila por lo menos 3 veces, ya no vale la pena dormir así que me mantuve despierta dando mil vueltas y dejando mensajes a las pobres almas que dejaron abierto el msn esta noche....como nunca, esta vez había solo uno.

Por fin salimos pero tuvimos que partir a la casa de la Flaca a buscar cosas que aún se nos quedaban, por ejemplo, ¡LAS ESTACAS DE LA CARPA! Así que la idea inicial de estar a las 6 de la mañana en el terminal no funcionó... con el correr de los días descubriríamos que ninguna de nuestros planes funcionaría.

Llegamos al Terminal Santiago aún sin saber muy bien hasta dónde nos iríamos. Estaba llenísimo y ya ninguna línea tenía pasajes, y los pocos que habían, estaban exageradamente elevados de precio. Por fin logramos partir a las 8 de la mañana, nos fuimos a Temuco por $12.000. Fueron 9 horas de viaje que, la verdad, no sentí demasiado ya que para mí fueron 9 horas de profundo sueño, realmente profundo. Una vez en Temuco Alexis llamó a su prima Keka para ver si nos podía alojar una noche, todo bien, sólo que eran las 5 de la tarde y ella llegaba a Temuco a las 9 de la noche.


Comenzamos a caminar a la estación de Ferrocarriles pues habíamos decidido que el resto del viaje hasta Puerto Montt lo haríamos al otro día en tren, a primera hora, ya que allá debíamos encontrarnos con la Chikis que llegaba alrededor de las 6 de la tarde. En el camino y al poco andar nos encontramos con los primeros colegas mochileros sentados en la esquina de la Avenida Principal comiendo lo que probablemente sería el almuerzo del día. Inmediatamente nos miraron y nos brindaron un cordial “Hola”. Es gracioso ver como el simple hecho de llevar la mochilota en la espalada nos hace a todos como miembros de una misma y hermanable comunidad. Después de cerca de una hora de camino llegamos a la estación pero nuestros planes otra vez no funcionaron ¡Pasajes agotados! Ok, “Mañana nos levantamos temprano y salimos a la carretera”.
Sentados en la estación sin saber en qué ocupar las horas que nos quedaban comenzamos a ojear la Turistel que Fran había conseguido en la “promo” al comprar su mochila.
“Mira aquí dice que hay un HBH”. Y allá partimos, con nuestras mochilotas y la Turistel en mano, en busca de la cerveza con whisky que promocionaba la Flaca y olvidando desde el primer día el voto de pobreza...Vueltas y Vueltas y del HBH nada... ”¿HBH? Sí, había uno pero hace tiempo... ya no existe”...Caras de decepción... Inmediatamente comprobamos la edición de nuestra guía, sí, decía claramente 2006 “¡Maldita Turistel!” Comenzamos a caminar nuevamente hasta que encontramos uno de esos Restaurant populares donde van los vecinos más cercanos: “Donde Puchi”. Nuestras mochilas llamaron la atención de inmediato: “Dos cervezas, tres completos y una malta”. En ese momento temí que el presupuesto no alcanzara así que me negué a comer, pero la sed era más y tampoco tan fome, si eran mis vacaciones jejeje. Así empieza el primer ¡Salud! del viaje. Terminamos nuestro consumo y tuvimos que partir al supermercado: Alexis no llevaba su ración de comida, claro, era el del poder adquisitivo así que su solución casi siempre era ´comprar`. Por fin llegamos a la casa de la prima Keka, un lindo departamento en una ventajosa ubicación: frente al Mall. Once, cama, ducha...empezamos bien... y ¡Un Ron Pampero!... nada mal. Así entre salucitos y conversaciones se pasó bastante la hora, luego acabamos nuestra reserva de Pisco Sour y apenas pudimos dormir un par de horas. Al otro día nos levantamos tempranísimo para alcanzar a la Chikis en Puerto Montt.


Un colectivo y luego una micro que nos dejo en la entraba de Gorbea “Somos 4 ¿Nos hace un precio?” Ese pareció ser nuestro lema durante las siguientes 2 semanas. Una vez en la carretera nos tocó apelar a la solidaridad de los amigos camioneros. Es increíble la personalidad que horas parada en la carretera sacan de tí: el Fran con la Flaca practicando coreografías mientras que por mi parte intentaba recordar los bailes folclóricos aprendidos en la U "Me siento excluído" decía alexis "Ustedes bailan y yo no". Después de eso vino quién tira la piedra más lejos, quién le achunta al letrero y cómo hacer una patada voladora. Entre tanto conversaciones varias y alguno que otro desacuerdo "Ale, recuerda no hablarte en dos días" y así Alexis decidió hacerme la ley del hielo, aunque en realidad con suerte le duro 5 minutos, es que con una pareja de novios al lado y camiones que no paran no te queda más alternativa que tragarte el orgullo. Después de eso nuestra entretención fue ver quién duraba más sin hablarle al otro, por si acaso un día nos enojabamos en serio.

Bien, tras muuuchos minutos y luego de acabar una de las reservas de pan con salame, llegó el transporte.

“No puedo llevarlos a todos adelante así que dos se tienen que ir atrás”, “Yo yo yo yo” dije casi con desesperación. Muy bien, la Flaca y Fran se van con el tío conductor mientras que con Alexis nos dedicamos a dormir a ´pata suelta` en la parte de atrás. Bajamos en la entrada de San José de la Mariquina y ahí estuvimos tirados muchísimo rato.

Por fin logramos llegar a al Terminal de Valdivia donde nos encontramos con el bus de la Chikis. “¡Recorcholís! Ya nos alcanzó” así que no nos quedó otra que comprar pasaje a Puerto Montt por $3000. Nuestro bus salía más de una hora después así que otra vez teníamos que idear en qué ocupar nuestro tiempo. “Disculpe, buenas tardes, usted sabe del algún lugar económico donde pueda comer y beber algo por aquí”, “Claro, al frente” respondió el guardia con una leve sonrisa al reconocer mi acentuado interés en el tomar antes que en el comer. “Un pitcher, hamburguesas, pollo y papas fritas, por favor”. Y así con la guatita llena y el corazón contento tomamos el bus a Puerto Montt. La pobre Chikis nos tuvo que esperar más de una hora en el terminal, llegamos después de las 9 de la noche y teníamos que conseguir un lugar donde dormir pronto. De inmediato realizamos el despliegue logístico: la Chikis y yo nos quedamos con las mochilas mientras que el resto realizaba las negociaciones correspondientes. Por fin logramos encontrar un sitio en un cerro frente al puerto, ahí a orillas del camino público entre varias casas de una familia que supo como comercializar su terreno: $1000 por persona y tuvimos donde poner la carpa, baño y cocina. El lugar se encontraba en un sector bastante popular pero la vista sobre el Puerto iluminado era hermosa.

Armamos la carpa, cocinamos y tomamos un vinito pa´l frío. Las típicas conversaciones de carpa y a dormir, aún nos quedaba viaje que hacer.

De pronto “Esta mojado...mi saco esta mojado”. “El mío también”.Si anoche llovió pero no hay gotera ni nada”. Resulta que con tantas salidas a terreno por la U, mi pobre carpa tenía pequeños agujeros en el piso, no se notaban pero fue suficiente para dejar filtrar el agua y formar una pequeña poza dentro de ella.

Secamos las cosas, recogimos nuestras perchas y partimos a buscar una Típica Cocinería donde alimentarnos antes de seguir nuestro rumbo a la Isla de Chiloé.


Continúa...















2 La Conversación

Blogger Roberto Alvarez dijo...

Que buen recuerdo tendrás de tu viaje al Sur. Sobre todo almorzar en una Típica Cocinería de Angelmó en Puerto Montt.

saludos

Un beso mochilero

3/06/2006 2:04 p.m.  
Blogger Alvaro71 dijo...

Ale, yo soy de por allá, sólo "aguachado" en Santiago. Aunque no lo creas, en un tiempo remoto pasado hubo CUATRO HBHs en Temuco.
La foto del mariscal....mmmmm...
1 abrazo hambriento,

3/08/2006 4:16 p.m.  

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