octubre 21, 2005

Verano 2002...Por qué no fui a Curanipe...


¿Qué pasó? ¡¡Soy una vaca!! No sé cómo lo he logrado pero he subido más de 5 kilos en tan poco tiempo... Llegó el verano y soy completamente redonda...
Es enero y voy rumbo a Quellón...trabajos de verano...sólo conozco a Ingrid y Rocío. Somos 120 personas lo que da un total de 117 desconocidos y yo con la autoestima por el suelo.
No sé cómo se empiezan a desarrollar las cosas pero ya estamos en una sala de escuela que será el dormitorio de 15 personas durante 15 días...hacinamiento absoluto...por suerte no hay espejos, así no me veo.
Pasan los días y esto me gusta cada vez más, ya somos amigos y cada vez recuerdo menos mi redondez...el paisaje es precioso y el aire sólo trae sensaciones reponedoras....si hasta me pongo bikini!!
El día 15 se acerca y mis amigas de toda la vida me invitan a nuestro verano sagrado en Curanipe, otra vez recuerdo mi redondez, Rocío se quiere quedar en Chiloé.... mi redondez otra vez... Mi amiga Daniela me llama para viajar...REDONDEZ!!...
Vuelvo a Santiago prometiéndoles a todas que en unos días viajaremos juntas...
En mi casa hay espejos...¡¡redonda!!... me escondo “lo siento, no me queda dinero para viajar”, esa es la excusa. Sólo me animo a salir con mis padres.
No fui a Curanipe, no viaje por Chiloé, tampoco viajé con la Dani... me escondí.
Dejé pasar las cosas que más me gustan, las que me hacen soñar y respirar porque me siento redonda, porque me veo redonda... que cobardía! ¿Dónde están mis prioridades?
Juro que nunca más volverá a suceder!!... ¿Es tanta nuestra inseguridad y nuestros temores a alejarnos del prototipo establecido que cuando sucede dejamos de lado nuestros sueños?.
Claro que odio verme gorda, odio sentirme así pero ese año descubrí algo: Jamás me perdonaré dejar pasar mis sueños, aunque sea por un instante... Me he prometido no dejar que ocurra otra vez...
No hago dieta, ni deje el pan, ni hago 300 abdominales diarios... sólo aprendí a aceptarme, a quererme y hacer lo que me gusta...así que ahora subo cerros porque me encanta, de vez en cuando salgo a correr porque despeja mi mente y bailo 2 veces a la semana porque el folclor es precioso...y de los 5 kilos extras ahora solo quedan 2 pero eso ya no importa.

Y por qué no podría ser cierto...???

Si nosotras somos capaces de querer sus cuerpos gordos por el exceso de una buena vida, o demasiados delgados con una desaparecida musculatura, su defecto en la nariz, sus piernas arqueadas,o simplemente admirar cada una de sus cicatrices...Por qué no podría suceder que ellos nos quisieran así, tal cual somos...
Esta larguito pero realmente vale la pena leer...


"Ella acababa de salir de la ducha... una toalla cubría a duras penas el torso, y otra se enroscaba en su cabeza en forma de turbante. Tumbado sobre la cama, intentaba concentrarme en un partido de fútbol en la televisión, pero mi atención estaba -como de costumbre- centrada en su cuerpo. Observé (y disfruté) a la mujer con la que llevo 33 años de casado mientras se agachaba y se enderezaba, secándose a media luz. Me fascinaban sus curvas, esa belleza pura de su cuerpoo que había sido el motor impulsor de mi deseo desde la primera vez que estuvimos juntos.Mientras daba vueltas de un lado a otro de la cama, luchando por contenerme (ella había tenido un día agotador), observé los cambios que su cuerpo había experimentado durante todos estos años. Sin embargo, el tiempo y dos embarazos sólo habían logrado perfeccionarlo. Las zonas que antes eran simplemente vigorosas, ahora eran provocativas. Y otras, de las que ella lamenta los "efectos de la gravedad", en mi opinión, se han vuelto mucho más interesantes.¿Cuándo fue más hermoso su cuerpo? ahora y se lo dije. Pero primero esperé a que terminara de vestirse. Se puso unas pantys negras, unos pantalones de pijama y una camiseta que se quedó atascada por un momento en su cabeza, poniendo al relieve sus senos. Cuando por fin sacó la cara me sonrió como quien sabe que acaba de cometer una torpeza, me mandó un beso y se acostó a mi lado. (Bueno, tal vez su día no habia sido tan agotador).


"Tu cuerpo es más hermoso ahora que cuando te conocí", le dije mientras se me acurrucaba con intenciones evidentes."¿Qué quieres decir con eso?", exclamó molesta, levantándose súbitamente. "¿Estabas comparando mi cuerpo de antes con el de ahora?"Habia pisado un terreno peligroso. Cuando se trata de belleza, las mujeres asumen que todo tiempo pasado fue mejor. O, para ser más concreto, las mujeres asumen que los hombres pensamos que mientras más joven, mejor.

Este el punto crucial de la inseguridad femenina, que desde mi punto de vista es un terreno extraño...y me asusta.Eso fue el inicio de una larga discusión, y mi esposa fue la que más se extendió en todos los temas. Ni siquiera queria considerar la posibilidad de que lo que le dije fuera verdad. ¿Puede ser hermosa una mujer de "cierta edad"? Por supuesto. Pero según ella, es científicamente imposible que ahora pudiera ser más sexy que veinte años atrás. Dijo que aceptaba lo que había sucedido con su figura, pero que de ningún modo quería que yo sintiera lástima por ella. Hasta me acusó de encontrarla más hermosa "porque la amaba". Aparentemente eso es algo imperdonable.

Para mí, la belleza "no existe hasta que la percibes"...y cuando se lo dije, me lanzó un zapato.Definitivamente no me comprende.... y no la culpo. Después de todo, ¿qué sabe ella sobre su figura? Está demasiado cerca para verla con claridad. ¿Acaso puede un bailarín ver su propia danza? Yo soy el experto absoluto en su cuerpo... porque desde que comenzó la función estoy sentado en la primera fila.La primera vez que la vi, tenia 18 años y llevaba una minifalda que las Hermanas de la Divina Compasión -secundaria de la que acababa de graduarse- hubieran llamado una "tentación al pecado". Parecía un cinturón anchho en vez de una falda, apenas la cubría. Mi primera meta (que no tenía nada que ver con el fútbol) era tocar esa falda. Bueno, agarrarla con las dos manos. En realidad, lanzarla a un rincón. Al inicio su cuerpo fue sólo un objeto de deseo... me enseñó a soñar.Nuestra primera salida: una excursión a un parque. Durante toda una mañana escalamos colinas, y la vista posterior de sus shorts fue mi estrella y mi inspiración. No les presté atención a los espectaculares paisajes. Me interesaba más disfrutar la geografía de ella, y me preguntaba constantemente si hacer el amor en pleno día en un parque sería un crimen, y si eso me importaba. Pero por la tarde, la lujuria se convirtió en la admiración de un ingeniero. Sus piernas, sus curvas y sus pantorrillas cubiertas de polvo rojizo de las rocas, daban más la impresión de poder que de sensualidad. Era la primera vez que apreciaba su fuerza física, una fortaleza de la que yo dependería en el futuro para transportar bolsas de víveres, levantar a los niños, pasar la noche en la sala de un hospital con un niño de cuatro años con difteria. Su cuerpo me ha aligerado el peso.Cuando mi esposa quedó embarazada tenía náuseas todos los días. Y aunque mi acceso a su cuerpo estaba limitado por el hecho de que casi siempre estaba a punto de vomitar, me dejaba disfrutarla de una manera nueva y dulce. (El embarazo también la hizo más sensible a mi ternura). Me encantó la redondez de sus formas cuando se agrandaron su vientre y sus senos. Estuvee a su lado durante el parto evitando por todos los medios ver la sangre... pero entendí lo difícil que es la maternidad. Desde entonces su cuerpo -que antes de tener los niños habia sido un campo de juego- me ha fascinado, comoo si detrás de todos sus encantos hubera escondido un secreto invencible. Yo sabía lo que su cuerpo había tenido que soportar, y por eso lo amaba como un soldado ama a un amigo que muere por salvarle la vida.

Muchas veces las mujeres critican la lujuria masculina. No les gustaque un hombre felizmente casado pueda apreciar a la nueva secretaria de la oficinaa o a la bailarina de la tercera fila de un video de J. Lo. Esa lujuria podría no tener nada que ver con amor. Pero cuando se trata de envejecer, eso no es malo. No somos exigentes. Ni siquiera nos damos cuenta de que algunos cambios que ustedes experimentan y que tanto se empeñan en atender. Y si los notamos, es muy poco probable que nos afecte. Tal vez las mujeres piensen que son menos atractivas porque aumentaron de peso o tienen arrugas, pero nosotros no pensamos lo mismo. Las deseamos en todas sus variaciones. El deseo es nuestra especialidad.A veces hago una evaluación de mi esposa, como quien examina un auto de uso.

El tiempo le ha dejado un par de marcas: dos pequeñas cicatrices de quemaduras en una pierna y un dedo meñique ligeramente torcido del día que se resbaló en la entrada de la casa (si yo hubiera barrido la nieve, eso no hubiera sucedido). Y sé que el tiempo pasará y yo seguiré amando su cuerpo...cuando puierda el equilibrio y sus huesos estén frágiles, lo protegeré como un curador atesora una obra de arte.En eso pensaba aquella noche mientras ella protestaba lpor mi fallido intento de halagarla...hasta que me aburrí de escucharla. Le hice un gesto para que se callara y tomé la palabra: "Mi querida esposa". Así comencé.

"Tal vez tengas razón. Tal vez sólo te encuentro bella porque cuando te veo desnuda, veo tu coraje y no sólo tu corteza. Tal vez realmente seas una vieja deteriorada y yo no me dé cuenta porque hemos reído juntos miles de veces. Tal vez es porque tu cuerpo trajo al mundo mi ADN. O tal vez sea adicto a tu olor, tus caderas. Pero, ¿sabes qué? No me importa y no tenemos jpor qué estar de acuerdo. Tengo dercho a pensar como pienso. Si tú quieres caer en las redes de la propaganda cultural que juzga a las mujeres por la cantidad de colágeno en su piel, y no por su carácter, hazlo. Pero a mí eso no me interesa. Cero. Nada. Punto".Normalmente lmi "Cero. Nada. Punto "es como la gasolina en una fogata. Pero esta vez no fue así. Ella se quedó inmóvil y el silencio invadió la habitación. "Si cada vez que te miras al espejo quieres hacer una evaluación de los daños, eso es asunto tuyo", dije. "Pero yo simplemente no veo lo que tú ves. Si me preguntas, la vida es demasiado corta, no tengo tiempo para lamentarme y mucho menos cuando lo que se impone es una celebración. Dios mio... ¡mirate!" (Hasta yo me sorprendí conel tono de mi voz).

Se levantó de la silla y se acercó a mí mientras se quitaba lentamente la camiseta. La dejó caer al suelo. Me maravillé ante la evolución de su cuerpo, su cambio de niña a mujer, de inocente a sabia, enriquecido por su capacidad de prestar atención, de vivir cada día con un hombre afortunado. Cuando me estrechó entre sus brazos y me besó, sentí que vivo plenamente a gusto en ese cuerpo que ha sido una bendición para los dos."

octubre 11, 2005

Podría jurar...

¿Cuántas veces me podría mentir ?¿Cuántas me he mentido ya?. Muchas. Todas. Cada una de ellas, cada uno de ellos.

Te extraño...y quizás ni siquiera es a tí. Son tus manos, son tus besos, tus abrazos, tus caricias...y por sobre todo, tu ojos.Tu mirada queriendo encontrarse en la mía. Podría jurar que cuando me mirabas tus ojos brillaban y sutilmente dejabas de respirar. Podría jurar que cuando ya no estábamos juntos te sorpendí mirándome cuando me creías desprevenida intentando seguir el son de la guitarra. El fuego que se encontraba entre nosotros iluminó aún más tus ojos y podría jurar que pensaste en abrazarme. Me encontré inmóvil en cuerpo, ajena, pero me sentí junto a tí en alma. Sentí el silencio que mi cabeza formó, sentí que las llamas danzaban y sobre ellas nuestras almas se unían. Mi corazón gritaba pero mi cuerpo inmóvil se quedó allí...y el tuyo también. Te dije que te quería, no con la voz pero te lo dije. Sentí que hablabamos con nuestros ojos fijos, pero te quedaste ahí.

Te sentí renunciando, eligiendo...eligiendo un camino que no era yo. Podría jurar que esa noche te decidiste irrevocablemente a dejarme ir, decidiste irrevocablemente no permitirme volver. Podría jurar que esa noche te perdí, que en ese segundo te perdí.

Podría jurar...pero quizás me equivoque...y pierda otra vez.
Quizás nunca me quisiste, quizás nunca te importé,quizás nunca me miraste, quizás sólo te inventé.


Quizás...sólo fue que me mentí otra vez.