marzo 10, 2007

¿Por qué siempre Curanipe?

Esa es la pregunta que me han hecho mil veces. Como si no existiese otro lugar en el mundo, no importa dónde vaya, al final, siempre está Curanipe.

Curanipe es un pueblo ubicado en la costa de la VII Región donde hace unos 10 años llegué con mis amigas del colegio. Primero a Pelluhue a pasar nuestras vacaciones por unos días. Desde ahí, nunca nos fuimos. Volvemos cada vez que podemos.

Pelluhue y Curanipe fueron las primeras vacaciones con amigos, esas donde dormíamos 20 en una casa con dos dormitorios, no exagero, llegamos a dormir de a tres en una cama de plaza y media, cuatro en una de dos plazas, en sillones de mimbre y de dos en un colchón pequeño tirado en el suelo. Un baño de pozo donde teníamos que poner la puerta completamente porque se había caído y cada vez que alguien se acercaba teníamos que gritar "¡¡Está ocupaadooo!!". Apenas teníamos dinero para comer, a puras sopas y arroz primavera con mayo, pero una garrafa de ponche todas las noches, eso no falló jamás, así como jamás fallaron los carretes de fogata ni las noches de disco en "El Punto". Pelluhue tuvo los mejores carretes de fogata que he visto, eran unas noches increíbles, noches que ya no se ven allá, conocimos gente de todas partes, conversación gratis toda la noche y canturreos al son de la gitarra y el bongó para volver a casa cuando salía el sol, mientras hacíamos guardia a la salida del primer pan de la mañana.

Recuerdo que un año estuvimos un mes en la playa y cuando bajamos del bus nuestros familiares quedaron casi horrorizados por lo pálidas que llegamos, absolutamente ni un rayo de sol "Hija, tan pálidas, ¿No bajaron a la playa?", "Si mamá, todas las noches" Claro, los rayos de luna no dejan ese tono bronceado así que nada que hacer jajaja. Pero el tiempo pasó y con los años, el grupo de 20 se redujo a cinco, a mis amigas, a las de siempre, a ellas que son tan protagonistas como yo de este blog. Ellas con quienes de Pelluhue llegamos a Curanipe y de dónde quizás nunca marchemos.

Curanipe se transformó en nuestro cómplice, con sus calles, sus cerros y más de alguna de nosotras cayendo por ellos, sus playas y esos sueños y secretos revelados en tantas ocasiones, mientras acurrucábamos un vaso de vino y esperanzadas mirábamos al cielo esperando la caída de esa clásica estrella fugaz.

Sus arenas y el mar han sido testigo de esos veranos enamoradas, de besos cálidos y abrazos entregados sin condición; con ese viento frío que se llevó cada uno de nuestros suspiros, que abrazó cada uno de nuestros susurros.

Curanipe ha sido testigo de nuestros sueños, de nuestros deseos, de nuestras alegrías, de nuestras profundas tristezas y por sobre todo, de nuestra amistad.



Nuevos amigos, nuevos amores... Viejos amores que se convierten en nuevos amigos.
Curanipe es testigo de nuestras noches bohemias, de los intentos de deporte aventura fracasados, de nuestras incoherencias, de nuestro absoluto infantilismo.

¿Por qué siempre Curanipe? Porque además del mérito propio de la belleza de ese lugar, en Curanipe volcamos toda nuestra esencia, porque en Curanipe siempre volvemos a ser niñas, siempre volvemos a reir, aún después de nuestras penas, aún después de nuestros llantos y de cualquier tipo de desconsuelo. En Curanipe siempre volvemos a ser libres, siempre volvemos a respirar.

Y si alguien quiere saber más de Cura, puede visitar www.curanipetur.cl

Etiquetas: , , ,