Tiempos de Niños
Me llegó una de esas cadenas por mail y tuve que venir a escribir sobre eso.
El título tenía relación con Aquellos que nacieron antes de 1986 y nombraba varias situaciones que tuvimos que sobrellevar las generaciones anteriores a la actual.
Y así reaparecieron recuerdos tras recuerdos ¡Miles! ¡Qué tiempos, qué hermoso! Y comienzo a recordar los días en que vivíamos en casa de mi abuela. Bueno, los juegos en el taller y "la pieza de arriba" ya los he comentado aquí pero de esos tiempos hay mucho más que contar, como cuando mis primos, Fonchy y Christian, se pasaban desde la pieza de arriba al techo de la casa y no sé qué era más endeble, el palo por el que cruzaban o el pizarreño del cuarto donde tenían que llegar, claro como era la cabra chica nunca me incluyeron en sus aventuras pero yo esperaba paciente que se fueran y que nadie me viera para intentar realizar la travesía. De todas maneras siempre me ganó la cordura a último momento y nunca me subí al techo por ese camino, excepto una vez que logré llegar al pizarreño del cuarto pero en el momento pensé que si me caía mi abuela se daría cuenta y vendría a retarme así que me devolví. ¡Que mensa!¡Ya había pasado lo más difícil!; sin embargo, mis excursiones por el tejado se las debo a mi Tata que me permitía subir cuando tenía que hacer alguna reparación en el techo de la casa, ahí paseaba y paseaba y me sentaba en la parte más alta siempre mirando hacía la cordillera, a no ser que fuera al atardecer cuando me volteaba a mirar una lejana puesta de sol.
Pucha, lo malo de ser la menor en una casa donde hay dos hombres de la misma edad es que te dan ganas de hacer lo mismo y nunca te pescan, así que cuando vino la moda de los proyectiles fue mi tata quien tuvo que fabricarme un arma con una tabla, un perro (de ropa, obvio) y un elástico, claro, se supone que las municiones eran esos proyectiles hechos de papel pero a mí nunca me quedaban bien así que opté por disparar cáscaras de naranja...¡De alguna manera me tenía que defender! Era la niña frágil y tenía que sobrevivir a lo bestias que eran los hombres.
¡Y la primera bicicleta! Con rueditas a los lados. Día a día intentando aprender porque quitarle los accesorios del costado indicaba que ya no eras tan chica y podías salir más lejos. ¡Ya era grande! Claro que para aprender había que darse más de un porrazo diario y el logro se lo debo en gran parte a mi papá que corría y corría tras de mí afirmándome de la parte posterior del asiento, hasta que un día me dice: "Eso, muy bien Janita", su voz se oía más lejana así que miro hacia atrás y al ver que iba sola ¡Zas! ¡Directo al suelo! Pero yo quería aprender para algún día ir a la pista como lo hacían los niños, y la pista no era otra cosa que un peladero lleno de lomos donde hoy se encuentra unas dependencias de Investigaciones.
Cómo no recordar los eternos juegos del pillarse, la escondida, escondida-pelota, la pinta, el tombo, las quemaditas, las naciones, el alto y la botella envenenada, entre muchos otros. El mítico "Yo te pongo y tú me pones" y nadie pensaba en doble sentido porque lo que quería decir era que mientras estabas en la fila y tu amigo quedaba al final, uno le cedía el puesto y luego éste hacía lo mismo, por consiguiente, el último siempre era el con menos lazos de amistad.
¡Que tiempos aquellos! Cuando después de la hora de once, salíamos sagradamente a la calle "Pero si no hay gente afuera ¿Para qué vas a salir?". "Es que tú no entiendes mamá, se han demorado un poco pero tienen que salir, siempre salen todos" Y claro, ya con dos en el pasaje empezaba el desfile por las casas "Alooooó, Tía venimos a buscar a Fulanito" Y a jugar otra vez, los lunes, martes, miércoles...en fin, toda la semana.
Recuerdo un día en especial en que llegaron todos mis amiguitos, se colgaron en la reja frente a la puerta y comenzaron a cantar las mañanitas ¡¡Me habían llevado serenata!! Claro que fue un 11 de enero, para San Alejandro y no el 20 de marzo cuando sí es Santa Alejandra, así que esperé que terminaran de cantar y les dije "Muchas gracias, se pasaron, pero se equivocaron porque hoy no es mi santo, ¡Debieron revisar bien el calendario! ¡¡Pero pueden volver en marzo!!" Claro, ahora que lo pienso entiendo porque hay gente que dice "Sí niña, eres pesada, reconócelo" y es que yo no lo hice con mala intención pero tenía que hacerles ver su error, eso se llama sinceridad.
Éramos muchísimos y pucha que metíamos ruido con nuestros gritos, claro que no faltaban los vecinos que se molestaban y salían a regar la calle para espantarnos, pero al final nada resultaba, porque siempre había algún padre tipo héroe que iba a reclamar a la "vecina bruja" porque molestaba a los niños que se divertían sanamente. Si hasta manifestaciones hicimos gritando que nos dejaran jugar, que era nuestro derecho jajaja. Como aquella vez que se corrió el rumor que venían vecinos nuevos con 2 niños, no sé de dónde salió que llegaba una guagua y que ahora sí que no nos dejarían divertirnos sanamente, ni recuerdo quien comenzó la revolución pero terminamos ensuciando la casa con los duraznos podridos que caían de uno de los árboles para que cuando llegaran encontraran la casa fea y no se quisieran quedar. ¡Que horror! Lo peor fue que después descubrí que los vecinos nuevos no eran otros que mis tíos. ¡Menos mal no supieron que fui parte de semejante vandalismo!
Y es que en esas historias hay de todo, incluso mis pretedientes, no es por tirarme flores pero tenía más de uno, sólo que la época era como extraña porque yo no sé quién les dijo que mientras más te gustaban las niñas, más tenías que molestarlas y como a mí no me gustaba que me pasaran a llevar tenía que defenderme y terminábamos en unas luchas libres insólitas, porque parece que a más de alguno le gustaba harto ya que me sacaban la mugre y después las mamás andaban ahí de chismosas "Es que le gusta tanto la Alejandrita". Así es, si quieren saber por qué después salí tan rebruta fue por eso ¡Me tenía que defender! Me cargaba ser la niña frágil y acusete, así que tuve que aprender a salir de las mil y una llave que ellos se inventaban, a patear las canillas y morder los brazos. No, si tampoco me enorgullezco de esa bestialidad pero sí de que pocas veces pudieron ganarme y no piensen que era la niñita amachada, no no no, siempre señorita, si pateaba y mordía con clase jajaja.
¡Ay! ¡Que recuerdos! Y ahora me pregunto qué será de esos amigos de infancia, a algunos los veo a veces al pasar y que increíble que después de años compartiendo 7 días a la semana ahora apenas nos dediquemos un tímido "Hola".
Pd: No quería publicar esto hasta incorporar algunas imágenes de la época pero encontré tantas y tan buenas que mejor dejo un próximo post sólo para esos recuerdos gráficos.
El título tenía relación con Aquellos que nacieron antes de 1986 y nombraba varias situaciones que tuvimos que sobrellevar las generaciones anteriores a la actual.
Y así reaparecieron recuerdos tras recuerdos ¡Miles! ¡Qué tiempos, qué hermoso! Y comienzo a recordar los días en que vivíamos en casa de mi abuela. Bueno, los juegos en el taller y "la pieza de arriba" ya los he comentado aquí pero de esos tiempos hay mucho más que contar, como cuando mis primos, Fonchy y Christian, se pasaban desde la pieza de arriba al techo de la casa y no sé qué era más endeble, el palo por el que cruzaban o el pizarreño del cuarto donde tenían que llegar, claro como era la cabra chica nunca me incluyeron en sus aventuras pero yo esperaba paciente que se fueran y que nadie me viera para intentar realizar la travesía. De todas maneras siempre me ganó la cordura a último momento y nunca me subí al techo por ese camino, excepto una vez que logré llegar al pizarreño del cuarto pero en el momento pensé que si me caía mi abuela se daría cuenta y vendría a retarme así que me devolví. ¡Que mensa!¡Ya había pasado lo más difícil!; sin embargo, mis excursiones por el tejado se las debo a mi Tata que me permitía subir cuando tenía que hacer alguna reparación en el techo de la casa, ahí paseaba y paseaba y me sentaba en la parte más alta siempre mirando hacía la cordillera, a no ser que fuera al atardecer cuando me volteaba a mirar una lejana puesta de sol.
Pucha, lo malo de ser la menor en una casa donde hay dos hombres de la misma edad es que te dan ganas de hacer lo mismo y nunca te pescan, así que cuando vino la moda de los proyectiles fue mi tata quien tuvo que fabricarme un arma con una tabla, un perro (de ropa, obvio) y un elástico, claro, se supone que las municiones eran esos proyectiles hechos de papel pero a mí nunca me quedaban bien así que opté por disparar cáscaras de naranja...¡De alguna manera me tenía que defender! Era la niña frágil y tenía que sobrevivir a lo bestias que eran los hombres.
¡Y la primera bicicleta! Con rueditas a los lados. Día a día intentando aprender porque quitarle los accesorios del costado indicaba que ya no eras tan chica y podías salir más lejos. ¡Ya era grande! Claro que para aprender había que darse más de un porrazo diario y el logro se lo debo en gran parte a mi papá que corría y corría tras de mí afirmándome de la parte posterior del asiento, hasta que un día me dice: "Eso, muy bien Janita", su voz se oía más lejana así que miro hacia atrás y al ver que iba sola ¡Zas! ¡Directo al suelo! Pero yo quería aprender para algún día ir a la pista como lo hacían los niños, y la pista no era otra cosa que un peladero lleno de lomos donde hoy se encuentra unas dependencias de Investigaciones.
Cómo no recordar los eternos juegos del pillarse, la escondida, escondida-pelota, la pinta, el tombo, las quemaditas, las naciones, el alto y la botella envenenada, entre muchos otros. El mítico "Yo te pongo y tú me pones" y nadie pensaba en doble sentido porque lo que quería decir era que mientras estabas en la fila y tu amigo quedaba al final, uno le cedía el puesto y luego éste hacía lo mismo, por consiguiente, el último siempre era el con menos lazos de amistad.
¡Que tiempos aquellos! Cuando después de la hora de once, salíamos sagradamente a la calle "Pero si no hay gente afuera ¿Para qué vas a salir?". "Es que tú no entiendes mamá, se han demorado un poco pero tienen que salir, siempre salen todos" Y claro, ya con dos en el pasaje empezaba el desfile por las casas "Alooooó, Tía venimos a buscar a Fulanito" Y a jugar otra vez, los lunes, martes, miércoles...en fin, toda la semana.
Recuerdo un día en especial en que llegaron todos mis amiguitos, se colgaron en la reja frente a la puerta y comenzaron a cantar las mañanitas ¡¡Me habían llevado serenata!! Claro que fue un 11 de enero, para San Alejandro y no el 20 de marzo cuando sí es Santa Alejandra, así que esperé que terminaran de cantar y les dije "Muchas gracias, se pasaron, pero se equivocaron porque hoy no es mi santo, ¡Debieron revisar bien el calendario! ¡¡Pero pueden volver en marzo!!" Claro, ahora que lo pienso entiendo porque hay gente que dice "Sí niña, eres pesada, reconócelo" y es que yo no lo hice con mala intención pero tenía que hacerles ver su error, eso se llama sinceridad.
Éramos muchísimos y pucha que metíamos ruido con nuestros gritos, claro que no faltaban los vecinos que se molestaban y salían a regar la calle para espantarnos, pero al final nada resultaba, porque siempre había algún padre tipo héroe que iba a reclamar a la "vecina bruja" porque molestaba a los niños que se divertían sanamente. Si hasta manifestaciones hicimos gritando que nos dejaran jugar, que era nuestro derecho jajaja. Como aquella vez que se corrió el rumor que venían vecinos nuevos con 2 niños, no sé de dónde salió que llegaba una guagua y que ahora sí que no nos dejarían divertirnos sanamente, ni recuerdo quien comenzó la revolución pero terminamos ensuciando la casa con los duraznos podridos que caían de uno de los árboles para que cuando llegaran encontraran la casa fea y no se quisieran quedar. ¡Que horror! Lo peor fue que después descubrí que los vecinos nuevos no eran otros que mis tíos. ¡Menos mal no supieron que fui parte de semejante vandalismo!
Y es que en esas historias hay de todo, incluso mis pretedientes, no es por tirarme flores pero tenía más de uno, sólo que la época era como extraña porque yo no sé quién les dijo que mientras más te gustaban las niñas, más tenías que molestarlas y como a mí no me gustaba que me pasaran a llevar tenía que defenderme y terminábamos en unas luchas libres insólitas, porque parece que a más de alguno le gustaba harto ya que me sacaban la mugre y después las mamás andaban ahí de chismosas "Es que le gusta tanto la Alejandrita". Así es, si quieren saber por qué después salí tan rebruta fue por eso ¡Me tenía que defender! Me cargaba ser la niña frágil y acusete, así que tuve que aprender a salir de las mil y una llave que ellos se inventaban, a patear las canillas y morder los brazos. No, si tampoco me enorgullezco de esa bestialidad pero sí de que pocas veces pudieron ganarme y no piensen que era la niñita amachada, no no no, siempre señorita, si pateaba y mordía con clase jajaja.
¡Ay! ¡Que recuerdos! Y ahora me pregunto qué será de esos amigos de infancia, a algunos los veo a veces al pasar y que increíble que después de años compartiendo 7 días a la semana ahora apenas nos dediquemos un tímido "Hola".
Pd: No quería publicar esto hasta incorporar algunas imágenes de la época pero encontré tantas y tan buenas que mejor dejo un próximo post sólo para esos recuerdos gráficos.
10 La Conversación
Nostalgica te veo..chucha..yo añoro la nostalgia..nada que hacerle en realidad..esos 80`s nos marcaron.
Un beso. (ya te publiqué en untopia)
Que buenos recuerdos....ojalá tus hijos, mis hijos, y en general los niños de ahora, tengan la posibilidad de jugar y compartir de esa manera. Toda la tarde, hasta que oscurezca, con break para tomar once, niños y niñas, con una que otra pelea, pero que dure hasta el tercer combo...
A veces parece tan contradictorio que esa recuerdo de paz, alegría y tranquilidad sea justo en una época marcada precisamente por lo contrario...no le quiero meter política a un recuerdo tan bonito, pero es raro eso no?
abrazos,
Eres como un sueño que no recordamos, pero que nos hace despertar alegres".
Messenger: jfrancisco70@hotmail.com
francisco
hola.. no pasaba hace tiempo...
muchos recuerdos... genial tener cosas asi, yo creo que cuando chica tambien lo pase bien, pero no se si tanto como tú cuentas... a diferencia tuya, yo era la mayor y la única niña mujer en la familia... lo demás todos hombres hasta que yo cumpli 11, que nació una prima, pero claramente a mi no me servía para jugar... y como además era la mayor, no me quedaba otra que quedarme cuidando a los mas chicos...
Yo creo que otra cosa que influyó para que no tuviera tantas aventuras cuando chica tiene que ver que siempre he vivido en avenida y no en pasaje, donde es más fácil conocer gente y salir a jugar... en mi caso nunca jugue fuera de mi casa, además, en la cuada sólo vivían (y viven) gente adulta y más que adulta, asi es que dificilmente podía tener muchos amigos como para jugar... sólo en el colegio, y ni eso, porque siempre fui muy tímida...
en fin ... me alegropor ti,... y si me acuerdo de todos esos juegos.. pero habían otros a los que también me gustaba mucho jugar, como las chapitas y la payaya... de esta última me acuerdo que nos bajo la fiebre por jugar de nuevo cuando ya estaba en el liceo, como en 2° o 3° medio...jajaja... igual buenos recuerdos.
Bueno, un besito, espero verte por mi blog tb, aunque no he escrito mucho...
suerte!
Me acuerdo cuando jugaba con mis amigos, libre, en el desierto...
DAba lo mismo que la bicicleta quedara por ahi tirada... Después volvías a buscarla y ahí estaba!
Hoy no veo a los niños salir a la calle a jugar... Solo juegan en sus pcs o consolas... Dentro de sus casas!
Eso me pone triste...
Me recordaste una vez de chica cuando jugamos a la Escondida China y nadie fue a buscarme...:( Ahora se arrepienten ajaja
Saludos
x0x0xx0
LaRomané
"mis angeles y mis demonios".....que buen tema se te ocurrió; pa' cuando sería el post??
abrazos,
Hola Ale, recuerdos de la niñez, aún tengo algunos, jugaba con todos las ñiñas del pasaje, haciamos hondas y nos dedicabamos a tirar piedras a los techos de las casas y después arrancabamos, uyy que malas, más de alguna vez las piedras se iban algún vidrio.
Y esto si que es feo, pero es verdad, como a los 12 o 13 años, ibamos a misa, salíamos escondidas sin que mi mamá se diera cuenta para mirar a los otros niños y nos peleabamos entre las amigas para ver a quien miraban más.
Tu pregunta la contesté en mis comentarios.
Un abrazo
María Paz
Gracias por visitarme casualmente, el juego que jugaste en mi blog es muy decidor parece y no sé por qué será.
En fin, lindos recuerdos. La niñez era otra. Hoy es todo Play Station, Internet y cero ensuciarse y salir de aventura. Recuerdo haberme perdido en otras villas cercanas, cosa que para hoy es impensable puesto los peligros (reales y mentales). Yo voy a cumplir 29 y creo haber vivido de la misma manera mis días dorados. Las bicicletas con envases de yoghurt en las ruedas para que sonaran como motos, te acuerdas? Los álbums, los juegos con besos, etc, etc...
Nos leemos, que tengas buen día mujer. Visítame, voy a contar una historia real media absurda.
Ese cuento de que vai andando en bicicleta , y de repente mirai pa atrás y está tu papá a kilómetros de distancia, precediendo al porrazo correspondiente es una lección de vida de todos los que aprendimos así. Mil recuerdos, un beso
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