diciembre 02, 2005

En el pueblo de San Gregorio...¿El de San quée?

San Gregorio, VIII región, comuna de Ñiquén. Supongo que debe haber sido la misma pregunta que le hicimos a la Flaca cuando nos invitó a San Goyito "¿San qué? ¿Y eso dónde queda?". Y así llegamos, con Judith y la Dani en un fin de semana largo de Fiestas Patrias hace ya algunos años, en 1996 para ser exacta. Sin absolutamente ninguna expectativa, sólo salir de Santiago.

Mis papás se habían ido recién a su viaje por Europa y estarían ausentes por poco más de un mes, justo ahora que me sentía tan triste. En realidad, nunca he acudido directamente a ellos en mis momentos de debilidad pero siempre es bueno saber que están ahí. En fin, el campo por unos días parecía ser una buena idea. Si bien, Dani, Judy y yo éramos del mismo grupo de amigas, no eran con ellas con quienes me sentía más cercanas, pero este viaje también cambiaría eso. Recuerdo que el último pensamiento que tuve en el bus, durante las 5 horas de viaje por la RUTA 5 Sur fue "Me quiero bajar, ¿Qué hago aquí? quiero volver a Santiago y esconderme en mi casita". De pronto La Flaca nos avisa "Aquí. Llegamos". Le indicamos al auxiliar y bajamos del bus. Nada, sólo la carretera, camiones y buses que transitaban por ella; y al otro lado una entrada de lo que supuse sería San Gregorio. "Ya estamos aquí, ahora sólo queda relajarse y tratar de pasarlo bien" pienso mientras comienzo a recordar lo mucho que me gusta salir de Santiago. Caminamos hacia el pueblo, lo cruzamos y llegamos a la casa de Dani, lo cual no tomó mucho tiempo ya que desde la entrada de San Gregorio hasta la casa de la Flaca que queda justo en el límite nor-oriente de él no hay más de unas 7 u 8 cuadras no muy extensas.


Llegamos, abrimos el portón que en futuro sería protagonista de más de algún episodio y encontramos una pequeña casa de adobe. La entrada es por la parte de atrás y lleva directamente a la cocina cuyo ancho, de no más de un metro, es el intermedio entre el patio y la puerta de los dos dormitorios. El baño tiene ducha y se puede tirar la cadena. ¡Que bien! pero eso no quita que se encuentre en una caseta a unos tantos metros de la casa, distancia que resulta ser bastante considerable cuando dan ganas de ir en medio de la noche en un pueblo que se cuenta es de brujos y aparecen ciertos pájaros típicos de la mitología de estas tierras. No es que crea en brujos pero de que los hay...quien sabe, quizás los hay. "Ya poh, acompañame por fa´ que ya no aguanto" . "Ya, apúrate. Pero háblame porque está muy oscuro acá afuera....¡Ay!, mejor ábreme, si no te miro". "Ya pasa pero date vuelta que o sino me cohíbo y no me sale. ¿Qué te pasó? ¿Que viste?. Sale tú primero, abre la puerta". "No, mejor abre tú...Daniiiiiii !! abre la puerta de la cocina que vamos corriendo...uno, dos y tres! ¡Ya!". Increíble que extrañe incluso esas escenas.

Una vez que nos instalamos, comenzamos a relajarnos. La casa es pequeña y bastante rural pero me gusta, me siento muy cómoda y de inmediato le tomo cariño. Al poco rato comienzan a aparecer los amigos de la Flaca y en la noche salimos a ver qué pasa. Un paseo por el pueblo y nos vamos a la media luna "¿Cómo dijiste que se llamaba eso?". "32, tres de vino y dos de bebida. Después vamos a tener que ir a tocarle la ventana a la Tia Leti para que nos venda otro". A esas alturas la sugestión paranormal crece en forma exponencial y con Judith evitamos mirar árboles y procuramos cuidarnos las espaldas en todo momento. Los amigos de la Flaca resultan ser bastantes agradables, casi todos son bomberos. “Mira la pizarra para ver quién tiene el turno de noche”. “Vamos a saludar”. ”Flaca deja la radio”. “Alo, me copia ¿Hay alguien ahí? ¿Alguien me escucha?”.”Uhhh, aquí están los trajes ¿Cómo me queda la chaqueta? ¿Y el casco? ¡Somos bomberas!”. “¡Chiquillas no se pueden poner los trajes!”. “¿Y de quién dijiste que era esta oficina? Esta buena”. Y así los niños procuraron programarnos otros panoramas el resto de las noches con tal de evitar que entráramos al cuartel.

Fue un buen fin de semana, con las niñas estrechamos profundamente nuestros lazos de amistad y en San Gregorio me volví a sentir libre y feliz. Mañanas vegetando en la casa; tardes “sucupireando” en Las Tomas, el balneario del pueblo; clases de pool con el Talo, carretes en la media luna y el estadio; paseos por los campos; tiro al blanco con Baladrón ¡Hasta tuvimos que arrancar de un toro negro! Y también de la "Chica Adela" que nos encerró con llave en su casa porque no quería que nos fuésemos de su fiesta.



Así, los pocos días nos trajeron nuevas amistades, como Alexiscito con la gran paciencia que ha tenido con nosotras, sobre todo cuando le preguntaba una y otra vez cómo se llamaban esos pájaros que gritan... a propósito, aún no aprendo su nombre; marchas nocturnas alrededor de la plaza del pueblo; "performance" de Pandora arriba del escenario, hay que reconocer que los niños fueron el mejor público que pudimos tener, nadie más nos hubiese aplaudido así; también hubo romances fugaces como el mío que duró dos días, aunque nadie lo olvidaría 5 años más tarde cuando volví a encontrar un amor de verano en el mismo pueblo ¡Sólo dos días y una carta cuya respuesta fue leída casi en asamblea por la mitad del pueblo! Si practicamente me hicieron sentir cometiendo alta traición.

Fue un buen fin de semana y sin duda lo repetiríamos cada vez que pudiésemos, aunque nunca imaginamos que al año siguiente nos arrancaríamos tan seguido a esas tierras.
"Jany ¿Estás segura que no vas, en una hora voy a tomar el bus?". "Bueno ya, siempre tan rogá´, echo unas cosas a la mochila y salgo...Mamáaa, me voy al campo con la Dani ¿Ya?...¡Justo ahora!".



1 La Conversación

Blogger ·º·DarkAngel·º· dijo...

Que buena Jany!!.... (ahora si pude entrar), lo mejor de esos lares es la gente... son muy solidarios, algunos ingenuos y siempre están dispuestos a ayudarte. Nada que ver como en Santiago... es que aquí somos -la mayoría- muy desconfiados.

Muy interesante tus historias... me gusta leerte.

Saludos y adiosin

12/06/2005 1:34 a.m.  

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