noviembre 19, 2005

Y ahora qué queda... Y ahora qué sigue...

Cuando desarmaron el taller no pude evitar recordar tantos momentos vividos en ese lugar... a raíz de ese lugar. Me encontraba en la "pieza del fondo" y oía cómo sonaban las tablas que se acomodaban en el patio. Junto con eso comenzaron las imágenes de antaño, como almas que revivían fugazmente cada momento, no sé si para despedirse o para encontrar la manera de quedarse por siempre. Sin ser tangible podía ver a mi abuelo caminando con su cigarrillo entre los dedos y yo deambulando entre plantas, fierros, herramientas y tarros de pinturas. Fue así que escribí "Hoy desarmaron el Taller", reviviendo en sólo unos segundos tantos años en ese sitio, pero esa historia no era sólo mía, toda mi familia tiene algún momento, algún recuerdo, todos, cada uno a su manera y según sus propias experiencias. Cómo no recordar aquellos 18 de septiembre cuando nos poníamos nuestras mejores perchas y para nosotros, los nietos, la escalera de la "pieza de arriba" era un perfecto escenario para nuestros diversos espectáculos mientras "los grandes" nos aplaudían entre salud y salud... Y así tantas anécdotas.

Días después de publicar la historia, al llegar a casa de mis abuelos, me encontré a algunos de mis tíos junto a mi abuela completamente emocionados con unas hojas en sus manos, sí, era "Hoy desarmaron el taller". Mi papá había impreso varias copias y las repartió antes de la hora de oración de todas las noches. "¡¿QUÉ HICE?!" fué lo primero que pensé al ver las lágrimas a punto de brotar en los ojos de cada uno de ellos. Y ahí está mi Tata, con un brillo especial y con una copia en su mano "¿Y usted?, ¿También lo leyó?", pregunté con cierto temor. "Sí, y me duele el corazón"... "¡¡¿QUÉEEE?!!", por un instante me quedé en silencio, intentando sonreír mientras mi cabeza funcionaba a millares por segundo "¡Le duele el corazón!.¡¿Qué hiciste Alejandra?!...Insuficencia cardíaca y le duele el corazón...Qué llamen una ambulancia, que llamen al S.A.M.U, a Seguridad Ciudadana, a los bomberos, que venga un doctor, que venga el cura, que venga Perico los Palotes pero que venga alguien porque a mi Tata le duele el corazón". Todo pasó por mi cabeza en sólo un segundo; sin embargo, su rostro resplandece, sus ojos brillan y ahí entiendo, le duele el corazón, siente nostalgia pero está contento, emocionado pero sabe que nosotros estamos aquí. Le duele el corazón pero no sufre, está tranquilo.

Si bien es cierto que el taller desapareció, los recuerdos no; ellos son nuestros y a ellos recurriremos en cada reunión familiar, con cierta emoción, con cierta nostalgía y también con mucho humor. Todos hicimos historia ahí y la historía es para contarla, para vivirla una y otra vez, para disfrutarla. Además, no todo ha sido tan malo ¿o sí? O sino díganme ustedes si alguno había abrazado y besado tantas veces a mi abuelo como lo hemos hecho durante el último año. ¿Cuántos habíamos dormido a su lado?. La enfermedad de mi Tata ha sacado lo mejor de nuestra familia y así seguimos haciendo historia. La historia de La Dinastía Escobar, como nos llaman mis amigas. ¿Cuántas anécdotas más tenemos ya para contar? Muchísimas. Cómo las caídas que ha tenido cuando intenta levantarse solo, gracias a Dios no han sido graves; y así nos pasamos tardes y noches enteras comentando quién lo encontró y en qué posición mientras que la Tía Cristina insiste una y otra vez en que se le represente fielmente el incidente y entonces hay acostarse en el mismo lugar y en la misma posición para que a ella le quede claro mientras ríe una y otra vez diciendo: "Papiiii, nooo pués, si ud. tiene que avisar", y él sonríe como un niño cuando hace alguna maldad; o como cuando llega la hora de la oración y por casualidad se encuentra mi primo Feña en la casa "Ya Naniiitooo vamos a reza-aaar" dice mi tía y como por arte de magia Nanito ya no está, como si sólo mencionar la palabra oración fueran los mismos fuegos del infierno. Y el comienzo se alarga y se alarga porque todos comentamos las últimas de la familia y de los vecinos, hasta que mi abuela pierde el hilo de la conversación, y como ya no escucha, con rostro serio sentencia: "Ya pues, qué tanto hablan, si aquí venimos a rezar. En el nombre del Padre...." Y lo peor es cuando le toca dirigir: San Pio de Pietrelcina, ruega por nosotros, Padre Hurtado, ruega por nosotros...San José... Santa Teresita de Los Andes...Santa Teresa del niño Jesús...Virgen Maria Auxilio de los enfermos...Virgen del Carmen Reina de Chile (3 veces), Sagrado Corazón de Jesús(3 veces más)... San... San.. San... Santa Cachucha, ruega por nosotros. En fin....todo el calendario católico.

Y al final de todo...¿Saben? estoy muy orgullosa de nuestra familia, el cariño, la dedicación y el amor con que cada uno de los hijos ha asumido un rol con mi abuelo es admirable. Las atenciones detallistas de mi Tia Cristina, la paciencia y dedicación de mi papá, San Beto; las sesiones de ejercicio del Tío Luis, "el kinesiólogo", que sin duda han tenido profunda importancia en los avances del Tata; la preocupación de mi Tía Carmen, siempre atenta y presente; el cariño de mi tío Carlos; si hasta el tío Osvaldo sacrifica a su perrita una noche a la semana para estar presente. Y para qué hablar del tío Nano, puntual a las 22.30 para orar, nunca falla. Y atento toda la noche cuando le toca ser enfermero.

Pero sin duda no podemos olvidar a alguien, a mi abuela, siempre ahí, simpre presente, siempre compañera, a pesar de sus achaques, de sus depresiones, de su hipertensión, de que nadie la quiere, de que no la atienden, de que no la entienden...en fin, a pesar de todo, siempre ha estado ahí, de pie, sin fallar ni un sólo segundo. Atenta a primera hora del día y hasta que la última alma abandona la casa, que por lo general somos nosotros alrededor de las 00.00 o 01.00 de la mañana. "¿Cerraron bien la puerta?" es lo último que dice, "¿Y la de a pieza del fondo?...¿ Y la de la cocina?" Y cada una tiene por lo menos tres cerrojos o picaportes, y eso porque al cambiar la puerta de entrada no pusieron 2 extras que tenía la puerta antigua. ¿Se imaginan lo que sería abrir 5 pestillos en medio de la noche en caso de emergencia?. Yo creo que si entrara un ladrón abría que regalarle todo lo que quisiera llevarse en premio al esfuerzo y dedicación por abrir tanto cerrojo. Aunque más le vale que ande decentemente vestido y con la cara limpia porque o sino, no se salva de mi abuela "Y usted.¿Por qué anda así tan sucio, con esa ropa rota? ¿No tiene familia? ¿Dónde vive? Si es un hombre joven, fuerte ¿Por qué no trabaja? ¿Acaso está en el vicio?" (Ojo que con la voz quebrada y a punto de llorar por tanta injusticia social y dando gracias que nosotros tenemos el pan de cada día) "Nooo, así no puedes venir a robarme, mira, ven mañana pero yo te quiero ver limpio, te cambias y te pones una camisa limpia, te lavas la cara y te peinas. Ah! ¿Y has comido algo? Mira aquí me quedaron unos porotitos para que te sirvas y llevate una manzana y un pancito por si acaso"...."Bueno mamita" respondería él sin entender muy bien el comportamiento de la señora. Porque así es ella, a veces un poco jodida, un tanto llorona (es hereditario) y bastante quejumbrosa pero con muchísima fuerza interior y con un gran corazón, siempre atenta a ayudar a quien considere que lo necesite "Por que el Señor dice..." Espero que esta vez no lea esto porque si sabe que le dije "jodida" seguro me llega más de algún descargo de su mano, que por cierto no es muy suave aún cuando digan que son "cariñitos" .

En fin, esa es mi familia, esos son mis tíos y mis abuelos y de ellos nacen nuevas generaciones, la nuestra, la de los primos y la de los hijos de los primos. Y aunque algunas cosas quedan, ahora lo que sigue es continuar escribiendo nuestra historia, la Historia de la Familia Escobar.

-"Hoy desarmaron el Taller"-

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