marzo 12, 2021

Tenía tanto que escribir... y aquí estoy.

 Anoche tenía tanto que escribir pero finalmente decidí dormir y dejarlo para hoy.

Hoy las palabras se desvanecen antes que pueda identificarlas. Siento más bien un zumbido, aunque quizás sea el zumbido de la corriente eléctrica que pasa sutilmente por el cargador del computador y que va haciendo eco en el silencio oprimido que retumba hoy. 

Últimamente me cuesta encontrar esos momentos oportunos. Se ha vuelto recurrente intentar seguir una programación mínima y poner algunas cosas en un lugar temporal que no es el inmediato. Lo consigo bastante mal, la verdad. Como esta redacción. Anoche tan lúcida en un instante en el que no quería dar rienda suelta al trasnoche explosivo de las palabras escritas y hoy, con tiempo dedicado para ello pero con tan poca lucidez.

En fin. Tenía tanto que decir que quise escribir para recordarlo, aunque hoy no sepa nada más.

junio 22, 2019

Poniéndome en contexto

En el contexto histórico, de ese moreno me enamoré, me enamoré con suspiros en la piel y con sonrisas espontáneas en medio de la nada. Nunca fui correspondida y el enamoramiento sólo fue concreto esa noche del nuevo año. Del enamoramiento sólo quedaron los recuerdos difusos por el exceso de espumante, los besos, besos, besos, la cumbia, la salsa, los ojos. Nunca fui correspondida y así el enamoramiento se fue petrificando. Nos conocimos un poco más, nos topamos por el barrio y por algún otro tema, nos correspondimos la buena onda y ya.

En el contexto histórico, con Argentina nos acompañamos en el proceso de reacomodo, en la distancia de esa fase de la relación que terminábamos y fuimos un sólo amigos por un tiempo. Él se fue por otros rumbos de amores y yo me entretuve en la no correspondencia de mi enamoramiento de piel morena y en otros amores sí correspondidos pero que ya desde entonces se conjugaban más bien en pretérito. Y hoy ya no se si recuerdo bien en qué momento exacto fue que la distancia de esa fase nos dejó viviendo juntos y compartiendo la vida desde hace casi un año atrás.

En el contexto actual, no era de eso de lo que quería hablar. Me vine a recordar.

Reconozco esa sensación de insatisfacción una vez más.  En este libro virtual tengo registro de tantas rabias, angustias, frustraciones, miedos, desesperación.  Hoy no siento ni la décima parte de eso. Hoy vivo bien, contenta pero también ya tuve la experiencia de vivir mejor, ya tuve el regalo mágico de sentirme plena, de sentir el alma tan fuerte que ni una lágrima de tristeza podría quitar esa luz. 

Hoy vivo bien, me siento agradecida de tanto, sobre todo de las oportunidades de cada nuevo minuto.
Hoy vivo bien pero no me siento así de plena ni con el alma así de fuerte. Me he perdido.

Hoy es distinto a esos años anteriores porque hoy vivo bien, porque hoy se que soy una afortunada de vivir la vida que tengo, porque sé que estos momentos son oportunidades para volver a buscar, a soñar, a crear. Son momentos para tener la oportunidad de volver a escoger, como entonces, la voluntad, la fe, y el coraje.

Hace año me sentía emocionalmente destruida y sólo me quedó dar un paso adelante y luego otro más.  Hoy no es así y eso trae dificultades distintas porque hoy estoy bien y puedo seguir estando bien, pero no plena, y yo lo quiero todo. Esa ambición de simpleza y plenitud es la mayor esperanza diaria. Hoy aprendo cosas nuevas, hoy me agobian cosas nuevas. Es cuestión de tiempo, de decisión y de coraje. Es el proceso el que siempre es un poco tenso, incómodo pero si no fuese así, me sentaría en la comodidad.

En el contexto de lo actual, me vine a recordar. Me vine a recordar que el coraje está ahí para ser utilizado, que las lágrimas y ese estado de sobrepasada es lo que me hace mover un paso más. Me vine a recordar que cada vez que logré una cumbre o una travesía, en el caminó lloré, siempre lloré pero nunca desistí. Me vine a recordar que después de la incomodidad viene siempre la libertad. Pensamientos libres, cuerpo libre, alma libre, amor libre. Me vine a recordar que en la fortaleza está la libertad, y viceversa. Me vine a recordar que hoy también estoy viva.

Me vine a recordar que soy una afortunada y una agradecida de mi vida y de la oportunidad de cada día.
Gracias, gracias, gracias.

febrero 22, 2018

Argentina

A Argentina lo conocí mediante el sórdido mundo de las citas por aplicaciones en redes sociales.
Recuerdo perfecto cuando presioné la X la primera vez que apareció. A mí me gustan morenos, qué le vamos a hacer. Bueno, apareció una segunda vez y entonces, presioné el botón verde.

Me las di de guía turista online y un par de días después nos juntamos en un bar. Mucha conversación, historias de viajes, proyectos y todos los etcéteras que hacen que la noche se alargue y amerite el cambio al segundo bar. Música, más cerveza, más conversación, risa, las tomadas de mano y el beso atrevido. Un shawarma al paso por la Anibal Pinto y “Muchas gracias por la noche, lo pasé bien. Adiós”.

Argentina venía de paso, se supone que no lo vería más, en un par de días se iría del Puerto. En ese tiempo yo no quería conocer gente que se quedara, no estaba segura de querer segundas citas, yo sólo quería conversar una cerveza en un bar, pero se quedó un par de días más, como todos a quién atrapa este Puerto. Un fin de semana, un almuerzo, una tarde de paseo por los cerros porteños, esa gigante luna llena en Sagitario y otro beso que no podía desperdiciar ese instante, esa postal mágica otoñal. Y se quedó otros días, ahora por la Capital, un museo, Violeta Parra, un “Gracias a la Vida”, un concierto latinoamericano, la cervecería alemana del Forestal, un beso de despedida, otro día, la fiesta con los amigos, unos días más, el fin de semana en el sur, los bosques del Huerquehue, la subida a un volcán, el cráter del Villarrica, la despedida.

Mucho más de una cerveza conversada una tarde en el Puerto.

Y pasan las semanas, las conversaciones, los proyectos, la casa que se vende en el Puerto, el regreso, el reencuentro, el seudo romance, el otro viaje al sur, las montañas, la nieve, los días de ski, el quiebre inesperado y no conversado del romance, el “yo sabía que no debí tener tercera cita”, el “qué importa, fue lindo, agradezco y continúo”.

Todo se vuelve inesperado una vez más, la amistad crece, lo confuso va y viene, la amistad sigue creciendo, nos cuidamos, nos apoyamos, comenzamos lentamente a hacernos familia en este Puerto donde somos allegados solitarios. Conversamos, nos desconfundimos, nos amistamos, nos cuidamos más, nos apoyamos más, compartimos el día a día, los almuerzos, las compras, el trabajo, las escapadas al cine, las lecturas en la playa, los museos, las montañas, las familias, los etcéteras, y en consecuencia, los privilegios de esas amistades íntimas, muy íntimas. Crecen las confianzas, crecen los cariños, yo comienzo a sentir la expresión de amor sin jamás sentirme enamorada, algo muy nuevo para mí pero las cosas se mantienen ahí, compartimos la vida entera, en todas sus formas, pero no el amor.

Sé que si no me quedo quieta por una razón, que aquí no existe, inevitablemente partiré, lo tomo con calma, agradezco tanto todo, agradezco al universo que ya no quedara nada oxidado en mi alma. A pesar de todo, me he fortalecido, me he liberado. Comienza un nuevo año, agradezco, agradecemos uno al otro, con el corazón, con un abrazo, con un beso más. Agradezco y lo dejo ir en su primera noche de loco Año Nuevo porteño. Me tomaré el camino hacia otros rumbos con calma, con tiempo, paso a paso, sin apuro.

El espumante de fin de año, el espumante de nuevo año, la música, más música. La cosa rara y reticente que se siente dejar ir, bailo, bailo y ¿Quién es éste con quien bailo? Bailo, bailo, más espumante, la música, qué bien se siente bailar, qué bien baila este que está al frente. La música, el espumante, ¡Qué bien baila!, la música, la cumbia, la salsa, los ojos, la piel morena, las manos que se toman, los ojos, la piel morena, los ojos, el beso, la cumbia, la salsa, la piel morena, la conversación no recordada por tanto espumante, el beso, el otro beso, el otro… ¿Y quién es este moreno?.

Argentina, vuelve Argentina, me despido del moreno, nos vamos, volvemos, me despido del moreno otra vez. Argentina, lo vi deambular en su noche loca, no lo vi mucho más. A ratos me perdí en la música y en los brazos en movimiento de esa piel morena. Argentina. Ahí supe que ya había comenzado a irme semanas antes, sino hubiese sido así, jamás habría visto a este moreno aunque estuviese frente a mí… y estaba frente a mí.

Paso a paso, fue un gran paso. Argentina. Continuamos acercándonos un paso y distanciando dos, reacomodándonos. Él se comenzó a ir por nuevos rumbos, tuvimos que conversar, pudimos reacomodar, pudimos acordar terminar con una de las muchas facetas que tenemos entre los dos. Una menos hoy. La amistad sigue, en su nueva forma. Aprendemos los nuevos límites, aún nos cuidamos, nos apoyamos, nos queremos como seres que hemos crecido juntos ya casi dos años, nos tenemos paciencia en la incomodidad de reacomodo.

Gracias… gracias… gracias… por lo bueno vivido, que sin duda me ha fortalecido, por lo no tan bueno, que me ha fortalecido el doble. Gracias, gracias, gracias porque aunque aún hay incomodidad en algunos ámbitos, sé que lo resolveremos juntos una vez más, como siempre, porque cada uno quiere, tan sólo, que el otro sea feliz.