diciembre 16, 2008

¿Has escuchado el silencio?

¿Has escuchado el silencio? ¿Has oído tu silencio?

Últimamente ha habido tanto ruido a mi alrededor que, a veces, olvido el sonido de mis desvaríos. La vida se ha activado de pronto y los instantes latentes se han transformado en movimiento constante, dinámico, intenso.

El tiempo de planificar y proyectar queda en una pausa y el día a día se apodera de cada instante.

El tiempo en casa se aleja, se aleja por un nuevo hogar, se aleja por una casa nueva... antigua y vacía pero tan llena de historia en sus rincones como no creo poder llegar a imaginar. Una casa vacía que desde hoy contiene el paso a paso de mi historia, una casa que comienza a ser invadida lentamente por muebles, por nuevos colores, por nuevos aromas, por risas, por suspiros, por brindis, por silencios, por abrazos.

Aún no me voy, pero siento que ya no estoy. Aún no llego pero siento que estoy ahí.

Y extraño… extraño lo que aún tengo, extraño lo que no pierdo y extraño lo que me pertenece y extraño lo que aún soy. Y así, sé que en la felicidad de este logro que me llena, extrañaré día a día no regresar a casa, no oír el silencio de la noche en el tercer piso, no oír el sonar del televisor encendido ni el ruido del motor al llegar. Extrañaré el reclamo de cada beso que no doy al despertar o al despedirme, extrañaré las bromas durante el rápido almuerzo de fin de semana, extrañaré los gritos por el desastre de la Pastora, extrañaré el sonido del agua mientras riegas como lo haces ahora, extrañaré el sonido de la guitarra desafinada, extrañaré no cobijarme en sus brazos ni hacerlos soportar mis pataletas cuando el camino se pone difícil, extrañaré no hablar sin pausa cuando algo me hace feliz.

Y aunque sepamos que en la corta distancias siempre estamos juntos, extrañaré sus miradas de cada día y así, en cada una de mis mañanas, les daré los 'Buenos días' en silencio y en cada noche antes de cerrar los ojos, desearé 'dulces sueños' para cada uno.

Y aunque ahora, de una vez por todas, me enfrento a MI vida... sabrán que en la partida de este lugar del que en realidad nunca me iré, los quiero. Los quiero eternamente, en cada segundo, en cada mañana, en cada noche, en cada palabra, en cada silencio, en cada abrazo y en cada rayo de sol.

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