Y se podía ser feliz...
Me late el corazón, no sé por qué...por estar viva quizás, porque en general mi vida va bien, puede ser... por que soy feliz... creo que es la razón.
Muchísimo tiempo sin escribir, la última vez, cerraba mi ciclo de estudiante y todo lo que ello implica. Hoy, ya trabajando, contenta, satisfecha, con un camino inmenso por delante, ínfimamente pequeña en un mundo donde tengo tanto por aprender.
Y así, este año tuve mi primer verano sin vacaciones, el primero en Santiago, pero la esencia es la esencia siempre, y por supuesto que viaje a nuestro querido Curanipe cada fin de semana que pude. Primero a La Trilla, luego un viaje con mis amigas y finalmente con mi familia a la feria campesina. Agotada al máximo, exhausta, amiga de una taza de café cada lunes por la mañana, pero contenta. Fue así como terminamos una noche, como tantas otras, junto a una fogata que poco alumbraba, en el frío de brisa curanipeña, abrigados por la bondad de una botella de ron, a orillas del mar, con los zapatos inmersos en la arena... recordando, soñando.
"Amiga, he llegado a una conclusión... soy feliz". Así es, soy feliz, con momentos tristes, pero feliz, con una felicidad que me asusta, a la cual temo acostumbrame, con una tranquilidad que temo me pueda traicionar cuando menos lo espere. Y aún con esos temores mi felicidad no se empaña, no disminuye.
Recuerdo cuando papá y luego mi amiga Maida, dijeron que mi tristeza se debía a mi falta de realización amorosa. "Claro que es un tema" les respondí a ambos "pero no es eso, va más allá" Era no encontrar un sentido a mi vida, vivir por vivir, caminar por no quedarme parada en un lugar, avanzar por inercia y con la sensación de estar en el limbo. Es no tener un deseo, una meta, un sueño, es sentir que el mañana es igual que el ayer, y apagarse poco a poco, hasta un día olvidar incluso cómo respirar. Era tener tanta energía acumulada y no saber dónde invertirla, era desesperar cada día con la esperanza de que quizás, mañana algo ocurriría, algo me salvaría. Y así fue... Me salvé.. yo.
Cuando me di cuenta que despertaba en las noches sin poder respirar y que mi corazón se aceleraba sin razón, comprendí que tenía dos opciones: continuar esperando que "algo" pasara, o decidir ser feliz. Así me arme de ánimo y la esperanza que el sólo tomar la decisión sería mi propia salvación, así trasnoché una y otra vez hasta terminar la tesis, así desperté un día con la plena convicción de que sería feliz, así tomé decisiones guiadas por el corazón, así me aventuré y así llegué a este día en que me siento simplemente feliz.
Muchísimo tiempo sin escribir, la última vez, cerraba mi ciclo de estudiante y todo lo que ello implica. Hoy, ya trabajando, contenta, satisfecha, con un camino inmenso por delante, ínfimamente pequeña en un mundo donde tengo tanto por aprender.
Y así, este año tuve mi primer verano sin vacaciones, el primero en Santiago, pero la esencia es la esencia siempre, y por supuesto que viaje a nuestro querido Curanipe cada fin de semana que pude. Primero a La Trilla, luego un viaje con mis amigas y finalmente con mi familia a la feria campesina. Agotada al máximo, exhausta, amiga de una taza de café cada lunes por la mañana, pero contenta. Fue así como terminamos una noche, como tantas otras, junto a una fogata que poco alumbraba, en el frío de brisa curanipeña, abrigados por la bondad de una botella de ron, a orillas del mar, con los zapatos inmersos en la arena... recordando, soñando.
"Amiga, he llegado a una conclusión... soy feliz". Así es, soy feliz, con momentos tristes, pero feliz, con una felicidad que me asusta, a la cual temo acostumbrame, con una tranquilidad que temo me pueda traicionar cuando menos lo espere. Y aún con esos temores mi felicidad no se empaña, no disminuye.
Recuerdo cuando papá y luego mi amiga Maida, dijeron que mi tristeza se debía a mi falta de realización amorosa. "Claro que es un tema" les respondí a ambos "pero no es eso, va más allá" Era no encontrar un sentido a mi vida, vivir por vivir, caminar por no quedarme parada en un lugar, avanzar por inercia y con la sensación de estar en el limbo. Es no tener un deseo, una meta, un sueño, es sentir que el mañana es igual que el ayer, y apagarse poco a poco, hasta un día olvidar incluso cómo respirar. Era tener tanta energía acumulada y no saber dónde invertirla, era desesperar cada día con la esperanza de que quizás, mañana algo ocurriría, algo me salvaría. Y así fue... Me salvé.. yo.
Cuando me di cuenta que despertaba en las noches sin poder respirar y que mi corazón se aceleraba sin razón, comprendí que tenía dos opciones: continuar esperando que "algo" pasara, o decidir ser feliz. Así me arme de ánimo y la esperanza que el sólo tomar la decisión sería mi propia salvación, así trasnoché una y otra vez hasta terminar la tesis, así desperté un día con la plena convicción de que sería feliz, así tomé decisiones guiadas por el corazón, así me aventuré y así llegué a este día en que me siento simplemente feliz.
¿Y el corazón? Falta... aún falta, pero no disminuye la felicidad, cuando el amor llegue sólo sé que esta felicidad crecerá tanto que siento que será demasiada para mí.
¿Cuánto durará? No lo sé... quizás un dia o dos más, quizás un mes, quizás hasta que presione publicar, quizás una vida y aún más allá. No tengo idea, sólo sé que en este segundo soy feliz.
Fotografía extraída desde http://groups.msn.com/curanipe