Llegó la pizza, también el vino
Hoy las noches especiales se traducen en delivery de pizza y una copa de vino. Seguimos en Valparaíso.
Lejos están esas noches hiperactivas interminables donde una aventura de vida ocurría tras otra. Esta vez incluso el vino lo trajo el repartidor de la aplicación. Argentina bajó a buscar ambas cosas.
Afuera llueve y yo me meto dentro de la cama para sentirme abrigada. Lejos quedan esas noches donde la lluvia era el motivo perfecto para salir a sentirla, para salir a vivirla.
Por estos días cumplimos nueve años desde esa primera cita con Argentina, nueve años de encontrarnos en la aplicación de citas y luego en el bar. Hemos pasado aniversarios en ese bar, con el mismo pedido: pizza de queso azul con nueves y miel junto a una jarra de borgoña.
En estos nueve años hemos pasado por diversas etapas, por encuentros y otros no tanto. Hemos crecido y envejecido juntos.
De pronto envejecí tanto tanto. Cuando dejé de moverme cómo si tuviese un golpe eléctrico constante bombeando la sangre en mis venas, comencé una especie de fase en decadencia de la cual me ha costado años salir. Siento que he vivido varias vidas dentro de esta vida. Lamento que en muchas no he entendido lo feliz que era.
Recuerdo cuando vibraba de felicidad al correr bajo la lluvia, al tocar el mar, al ver el valle desde una cumbre o rumbo a ella, al sentir el viento frío en mi nariz. Ahora vivo una felicidad distinta, una que va cuando abrazo a la nueva cachorra y recuerdo ese amor profundo que sentí por mi Perrita Pastora, una felicidad que va en los atardeceres sobre la bahía de y en las noches acurrucada junto a Argentina. Una felicidad que va en una noche de pizza y una copa de vino en casa.
Inevitablemente, me pregunto cosas. Extraño la vibra del mundo exterior. Hace unas semanas estuvimos en los bosques patagónicos del sur y volví a sentir esa vibración, esa expansión interna que me energiza y me lleva a correr para equilibrar el movimiento externo con ese desborde de conexión del alma. Son esas ocasiones, hoy esporádicas, las que me afirman que sigo siendo la misma. Sin embargo, también disfruto esta quietud cálida y segura, aunque no se bien a qué me refiero cuando digo: segura. ¿Segura de qué? Segura por qué?
La vida es expansiva, el amor es expansivo, las ideas y los deseos también lo son. Las decisiones.... a veces no.
¿Qué estoy dejando de escoger cuando quedo en espera de que escojan conmigo? Hoy termino mi pizza y mi copa de vino pensando en ello.